INCA GARCILAZO DE LA VEGA
El Inca Garcilaso de la Vega nació en Cuzco en 1539,
antigua capital del imperio incaico. Escritor e historiador peruano. Era hijo
del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa incaica
Isabel Chimpo Ocllo. Gracias a la privilegiada posición de su padre, que
perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del
virrey La Gasca ,
el Inca Garcilaso de la Vega
recibió en Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y
Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él.
En 1590, muy probablemente dolido por la poca consideración en que se
le tenía en el ejército por su condición de mestizo, dejó las armas y entró en
religión. Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y
se volcó en el estudio de la historia y en la lectura de los poetas clásicos y
renacentistas. Fruto de esas lecturas fue la traducción del italiano que el
Inca Garcilaso hizo de los Diálogos de amor, de León Hebreo, que dio a conocer
en Madrid el mismo año de su retiro.
Siguiendo las corrientes humanistas en boga, Garcilaso el Inca inició
un ambicioso y original proyecto historiográfico centrado en el pasado
americano, y en especial en el del Perú. Considerado como el padre de las
letras del continente, en 1605 dio a conocer en Lisboa su Historia de la Florida y jornada que a
ella hizo el gobernador Hernando de Soto, título que quedó sintetizado en La Florida del Inca. La obra
contiene la crónica de la expedición de aquel conquistador, de acuerdo con los
relatos que recogió él mismo durante años, y defiende la legitimidad de imponer
en aquellos territorios la soberanía española para someterlos a la jurisdicción
cristiana.
El título más célebre de Garcilaso el Inca, sin embargo, fueron los Comentarios
reales, la primera parte de los cuales apareció en 1609, también en Lisboa.
Escrito a partir de sus propios recuerdos de infancia y juventud, de contactos
epistolares y visitas a personajes destacados del virreinato del Perú, el
relato constituye, pese a los problemas de sus fuentes orales y escritas y a
las incongruencias de muchas fechas, uno de los intentos más logrados, tanto
conceptual como estilísticamente, de salvaguardar la memoria de las tradiciones
de la civilización andina. Por esta razón es considerada su obra maestra y se
la ha reconocido como el punto de partida de la literatura hispanoamericana. La
segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617. Falleció en Córdoba en 1616, a los 77 años.
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