JORGE MANRIQUE
Nació en Paredes de Navas, España, h. 1440 - Poeta castellano autor de
las célebres Coplas a la muerte de su padre, máxima creación de la lírica
cortesana del siglo XV y una de las mejores elegías de la literatura española.
Miembro de una familia de la nobleza más rancia de Castilla (era hijo
de don Rodrigo Manrique, maestre de la orden de Santiago, y sobrino del poeta
Gómez Manrique), Jorge Manrique compaginó su afición por las letras con la
carrera de las armas, participando junto a su padre en las luchas que
precedieron al ascenso de los Reyes Católicos. Ambos pertenecían a la orden de
Santiago, y combatieron del lado de Isabel la Católica contra los
partidarios de Juana la
Beltraneja. Pereció a causa de las heridas recibidas durante
al asalto al castillo de Garcimuñoz, en el feudo del marqués de Villena.
La poesía de Jorge Manrique se sitúa dentro de la corriente
cancioneril del siglo XV. Su producción poética menor, reunida en un
Cancionero, está formada por medio centenar de composiciones breves, en su
mayor parte de tema amoroso, que siguieron los cánones trovadorescos y
cortesanos de finales de la
Edad Media. Más originales son sus piezas burlescas, como las
"Coplas a una beoda" o la titulada "Convite que hizo a su
madrastra".
Las Coplas a la muerte de su padre
Pero la celebridad de Jorge Manrique se debe fundamentalmente a las
Coplas a la muerte de su padre, su obra maestra, compuesta a raíz del
fallecimiento de don Rodrigo (1476) y publicada en 1494 en Sevilla con el
título Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, el Maestre don
Rodrigo. Esta elegía pertenece a la tradición medieval de la ascética
cristiana: contra la mundanidad de la vida, postula una aceptación serena de la
muerte, que es tránsito a la vida eterna. Sin embargo, apunta ya una idea
original que preludia la concepción renacentista del siglo siguiente: aparte de
la vida terrenal y la vida eterna, Manrique alude a la vida de la fama, a la
perduración en este mundo en virtud de una vida ejemplar que permanece en la
memoria de los vivos.
Tras un primer bloque en el que medita sobre la brevedad de la vida,
el paso del tiempo y la muerte, la atención del autor se centró en las figuras
desaparecidas de su pasado inmediato, como Juan II, Enrique IV o Álvaro de
Luna, para concluir con un repaso de las virtudes morales del maestre y su
diálogo final con la
Muerte. De este modo, la lírica castellana pasó del concepto
abstracto de la muerte a su presencia histórica y a su dimensión particular, en
un movimiento de flujo temporal que es uno de los grandes hallazgos del poeta.
Las Coplas se apartaron de los tópicos macabros tan abundantes en la literatura
moral de la época y consiguieron alcanzar una extraordinaria hondura emotiva.
También destacaron por evitar todo exceso erudito o retórico: el
estilo posee una elegante sobriedad, fruto del empleo de los vocablos más
sencillos y pertenecientes al habla patrimonial. Exponente de esta búsqueda de
simplicidad es la elección de una forma estrófica menor, las coplas de pie
quebrado (que, por la popularidad de la obra, pasarían a llamarse coplas
manriqueñas). Cada copla está formada por dos sextillas de pie quebrado (8a,
8b, 4c, 8a, 8b, 4c, con rima consonante). El tono exhortativo característico
del poema refuerza la gravedad de los versos, en una evocación serena del
tiempo pasado. Falleció en Castillo de Garcimuñoz, Cuenca, id., 1479.
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