lunes, 22 de septiembre de 2014

JOSE MARIA ARGUEDAS ALTAMIRANO

JOSE MARIA ARGUEDAS ALTAMIRANO

José María Arguedas, nacido el 18 de enero de 1911 en la Provincia de Andahuaylas, tuvo como norte, durante toda su vida, la liberación del Perú del poder cultural occidental. Alrededor de esa intensa aspiración organizó sus actividades literarias, periodísticas y de gestión. Arguedas, está considerado por los lectores y estudiosos como un renovador del pensamiento cultural peruano, sus obras y sus escritos llegan a personas de diversas latitudes y la multitud de lectores que lo admiran se  va haciendo más numerosa conforme se van sucediendo las generaciones, sus obras se traducen cada vez a mayor número de idiomas, puede decirse que se ha convertido en un clásico del pensamiento cultural peruano.

José María Arguedas, no sólo fue novelista, narrador, y poeta; fue también antropólogo, etnólogo y folklorista. Sus obras completas son cinco volúmenes, que van desde Agua hasta el Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo y se calcula que la publicación de sus textos antropológicos comprenderían cinco volúmenes similares.

 Arguedas, fue un hombre proclive a la autobiografía y a la confidencia, buena parte de su obra como antropólogo y como novelista, se alimentó de sus vivencias personales, de las cosas y fenómenos que él había visto o había experimentado. Arguedas es para el Perú del siglo XXI un escritor similar a lo que puede ser Flaubert para Francia del siglo XIX, Dostoiewsky para Rusia del mismo siglo, o Musil para Viena de comienzos del siglo XX. Debe ser considerado como un escritor y, al mismo tiempo, como un hombre no solamente en términos de su biografía, sino en términos de la sociedad de la que forma parte.

La primera obra de Arguedas, comentada precisamente por Alberto Tauro, es una colección de relatos que se titula Agua y se publica en 1935, su tarea de narrador prosigue después, en 1941 con Yawar Fiesta, y en 1958 con los Ríos Profundos. En 1961  logra procesar su experiencia carcelaria publicando El Sexto. En 1964 publica la más ambiciosa de sus novelas Todas las Sangres y, en 1969 después de su suicidio y como obra póstuma se edita en Buenos Aires El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo.

Recordemos que nació en nuestra tierra de Andahuaylas. Se sabe de la estrecha relación con su padre y de su temprana desaparición de su madre. Su padre era un abogado de provincias, obligado a ir de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad para vivir precariamente de los juicios que conseguía asesorar. Estos recorridos ocasionaron que su padre contraiga un nuevo enlace, hay una relación difícil y discutida entre Arguedas y su madrastra, la vida errática lo conduce luego a seguir estudios en Abancay, Ica y Huancayo. Posteriormente al llegar a Lima, donde toma contacto con las nuevas inquietudes intelectuales, llega a sus manos Amauta, la revista dirigida por José Carlos Mariátegui. Más tarde, reconoce la gran influencia que tuvo sobre su pensamiento. En 1931 ingresa a la Universidad San Marcos y alterna sus estudios con el trabajo, era un estudiante provinciano de escasos recursos que se desempeñaba como empleado de correos. En 1937 cae preso acusado de comunista, y pasa varios meses en El Sexto, prisión ubicada en el centro de Lima. De hecho, ahí convive con militantes del APRA y Comunistas.

Al momento de fallecer ( 2 de diciembre de 1969), apenas llevaba 58 años de edad. La muerte prematura de Arguedas es incomprensible, injusta e indignante; aparece como un golpe terrible del destino contra la juventud y el pueblo, no solamente peruano, sino universal, que veía en él un héroe cultural, un guía, un defensor, un maestro, un promotor y animador cultural.

Basta recordar para convencerse    de ello, el testimonio que ofreció en Andahuaylas, su amigo de ruta Máximo Damián, sobre el momento de su entierro, donde los gritos, el dolor y la aflicción brotaron de la muchedumbre innumerable de todas las artes que lo acompañó a su última morada, así como los cantos y discursos reivindicativos de lucha y esperanza que los jóvenes estudiantes de La Universidad la Molina, donde  José María Arguedas ejercía la docencia, entonaron ante su tumba jurando que continuarán el combate cultural y social.

 Por eso más allá de las motivaciones profundas y personales que empujaron al escritor al suicidio, cabe preguntarse sobre el sentido histórico de esta muerte, para tratar no solo de comprender al hombre en toda su complejidad individual y psíquica, sino también de captar su obra en todo su alcance social y colectivo.

Tenemos que conocer mejor el pensamiento arguedino, acercarlo más a nuestra realidad nacional y regional, reflexionando su ideal con sentido creador, con los docentes jóvenes, los estudiantes, los líderes locales; reforzando la concepción de Arguedas de que sólo una nación soberana, dueña de su destino, pueda superar sus desafíos, su retraso y ordenar la vida en la justicia social y el bienestar democrático y equitativo.

 Por eso recordarlo es compender a todos los campesinos e indígenas del Perú, por cuyos derechos culturales y sociales luchó nuestro hermano José María Arguedas, no como indigenista como lo presenta la intelectualidad aristocrática, sino como un indígena que vivió desde dentro la crisis social y cultural indígena.

OBRA LITERARIA:

Agua (1939) es la primera expresión de ese mundo, centrado en una aldea andina del Perú donde chocan dos grupos humanos, y con ellos, dos universos: el dueño de la tierra, convencido de su superioridad, y el indio que se aferra a su cultura autóctona por el hecho mismo de estar sometido a una fuerza extraña. Los relatos de Agua fueron escritos «con el arrebato de un odio puro: aquel que brota de los amores universales», cuenta A. definiendo su propósito social: «describir la vida de aquellas aldeas, describirla de tal modo que su palpitación no fuera olvidada jamás, que golpeara como un río en la conciencia del lector».

Yawar Fiesta (1941) es la novela de los pueblos grandes, capitales de provincia de la sierra, y desde el punto de vista del lenguaje representa un intento ejemplar de asumir el castellano y «desordenarlo» sutilmente a partir de la expresión quechua, de modo que, sin perder universalidad, esta nueva palabra fuera capaz de contener experiencias que el castellano literario no podía sino traicionar. La interpretación de la realidad andina como un mundo que es parte del alma, y no un hecho exterior, se expresa en esta novela que el autor no quiere llamar «indigenista», en cuanto refleja esa realidad humana abigarrada que es el Perú andino, del cual el indio es sólo una parte.

Los ríos profundos (1953) ha sido considerada por la crítica como la obra definitiva de A. Su lenguaje contiene menos recursos idiomáticos quechuas, aunque siempre está atravesado por una carga interior indígena. Una humanidad ardiente se junta aquí con una visión mágica de la naturaleza y un sentimiento de ternura universal, para dar forma a esta novela poética del conflicto entre dos mundos.

Diamantes y pedernales (1954), se aprecia el esfuerzo del autor por ofrecer una versión lo más auténtica posible de la vida andina desde un ángulo interiorizado y sin los convencionalismos de la anterior literatura indigenista de denuncia. En esas obras Arguedas reivindica la validez del modo de ser del indio, sin caer en un racismo al revés. Relacionar ese esfuerzo con los planteamientos marxistas de José Carlos Mariátegui y con la novelística políticamente comprometida de Ciro Alegría ofrece interesantes paralelos y divergencias.

En El Sexto (1965), novela de rasgos biográficos, A. ha escrito un relato lleno de intensa preocupación humana, sobre una ignominiosa prisión; relato que se convertiría en un tremendo «yo acuso» si no hubieran pasado cerca de 30 años de los acontecimientos allí relatados. Sin embargo, mucho de lo descrito sigue siendo real en las cárceles y aún mantiene vigencia en ciertos aspectos del drama político del Perú reciente.

La agonía de Rasu Ñiti (1962) y


Amor mundo (1967)

El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971); la última es la novela-diario truncada por su muerte.

  
OBRA                        :           TODAS LAS SANGRES
GÉNERO       :           Narrativa
ESPECIE       :           Novela

ANÁLISIS:
En Todas las sangres (1964), A. ha conseguido una novela equilibrada y armoniosa, con oleajes en, su estructura, nutrida de personajes extrañamente fuertes, donde se sigue la batalla de dos culturas que se aprecia en la zona andina peruana. No está dividida la acción entre los poseedores y los desposeídos, porque hay muchas otras luchas en el interior de cada cual.

El lenguaje y la división de los capítulos obedecen al espíritu de A. que infunde mestizaje a la palabra, no sólo cuando escribe voces quechuas o procedentes de él, sino también cuando construye, con palabras castellanas, frases que sólo obedecen a un tratamiento de la lengua en el Perú o en zonas quechuas similares sudamericanas. Todas las sangres, sin embargo, puede leerse con interés por hombres de todos los continentes, porque está alimentada con dolorosa poesía de universalidad.

Según el escritor Mario Vargas Llosa en “el mundo de Todas las sangres, un mal y un bien absolutos se reparten personas, instituciones y cosas de una manera tan precisa que no queda campo para la ambigüedad. Todo es claro en este mundo. Los malvados lo son no solamente para sus víctimas, los buenos; también para sí mismos.

Tienen conciencia de su maldad y, al tiempo que la practican, la declaran. No hay esfuerzo alguno en la novela para reconocer las razones del otro porque no hay razones contradictorias. Todos están de acuerdo en la clasificación moral de las conductas de las personas y de las instituciones.

Así, los imperialistas y los capitalistas que explotan, saquean, esquilman, engañan, roban, se confiesan ladrones, asesinos, destructores, y antipatrióticos... Los malos en la novela tienen una conciencia resplandeciente de su maldad, igual que los buenos, que saben que lo son”.

En la vasta, ambigua, y contradictoria obra arguediana está contenida la utopía de todas las sangres como ideal de respetar la multiculturalidad del Perú, como su mejor recurso potencial para el futuro. Vargas llosa ve en la novela Todas las sangres el ejemplo perfecto de lo que llama un «fracaso literario» pero no la fuerza de su título, convertido en un ideal para el futuro del Perú.

Pero también Arguedas tenía conciencia de que de todas su novelas “todas las sangres” era su novela menos lograda. Tenía conciencia de que había ciertos sectores sociales que él no conocía bien y que imaginaba, como el habla, valores y modos de relación. Pero no estaba haciendo una novela realista tampoco. Era una configuración imaginaria...y es por esto  que la carga ideológica es un pequeño lastre en esa novela. Se cree que la descompensa en algún momento... Todas las sangres sería una novela irregular.


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