MANUEL PRADO UGARTECHE
Lima, 21 de abril de 1889 - París, 15 de agosto
de 1967.
Político peruano, fue Presidente del Perú en dos ocaciones, desde el 8
de diciembre de 1939 hasta el 28 de julio de 1945 y desde el 28 de julio de
1956 al 18 de julio de 1962.
De familia aristocrática, su padre fue el ex presidente del Perú
Mariano Ignacio Prado.
Cursó estudios superiores en la Escuela de Ingenieros del Perú (actual
Universidad Nacional de Ingeniería).
En 1918 se casó con Enriqueta Garland, con la que tuvo un hijo y una
hija, y en 1919 fue elegido diputado durante el gobierno de Augusto B. Leguía y
presidente del Banco Central de Reserva del Perú desde 1934 hasta 1939.
Luego del Gobierno de Oscar R. Benavides asumió la presidencia del
Perú y cumplió su periodo constitucional, cediendo la posta a José Luis
Bustamante y Rivero. Durante su gobierno se logró culminar el asfaltado del
tramo peruano de la
Carretera Panamericana.
Durante la
Segunda Guerra Mundial se alineó decisivamente con los
aliados. Derrotó a Ecuador en un breve conflicto armado, asegurando la
soberanía peruana sobre 200.000 km2 de selva amazónica. En consecuencia de ello
se firmó en 1942 el Protocolo de Río de Janeiro. Dentro del orden interno del
país, permitió el retorno a la legalidad del Partido Aprista Peruano.
Terminado su mandato viajó y se instaló en París.
Regresando al país en 1955 para participar en las elecciones presidenciales,
las que ganó con el apoyo del APRA (que durante el anterior gobierno de Manuel
A. Odría fue nuevamente, proscrito). En 1956 asume, por segunda vez, la
presidencia de la
República.
Su política económica osciló entre la experimentación liberal al
eliminar subsidios al combustible y a los alimentos (seguido de huelgas y
tumultos) y la restricción de la salida de capitales y el inicio de la
nacionalización de la producción petrolífera.
Durante su segundo mandato, en 1958 logró que la Iglesia Católica
anule su matrimonio con Enriqueta Garland para casarse con la dama limeña
Clorinda Málaga.
En 1961, fue el primer jefe de estado extranjero en visitar Japón tras
la Segunda Guerra
Mundial.
No llegó a completar su segunda presidencia ya que sufrió un golpe de
estado militar el 18 de julio de 1962 al negarse a anular las elecciones del 10
de junio que ganó quien hubiera sido su sucesor, el aprista Víctor Raúl Haya de
la Torre. Debió
exiliarse a París, donde murió, cinco años más tarde, el 15 de agosto de 1967.
p� 6 a e � HA� mplo de esta
"correspondencia" literaria, fueron el poema Los tamales (de Segura)
y su consiguiente respuesta, El tamalero (de Pardo). Otras publicaciones en las
cuales colaboró fueron El Cometa, El Vigía y El Moscón.
Segura, ya casado con María Josefa Fernández de Viana, marchó a Piura
en 1842, destacado como Secretario de la Prefectura de esa ciudad. Allí vivió los
siguientes once años, publicó el periódico El Moscón y escribió La Pelimuertada ,
epopeya de última moda, poemas llenos de ingenio en los que nuevamente hacía
alusiones contra su contendor literario, Felipe Pardo, y los escritores
academicistas de la capital.
En 1853 volvió a residir en la capital, pues fue nombrado Comisario de
Guerra y Marina del ministerio de Hacienda. Segura estrenaba La Espía , con motivo del 30
aniversario de la batalla de Ayacucho (1854). Al año siguiente seguiría la
presentación de la pieza El Resignado, de gran éxito entre el público limeño.
Pero la mayores alabanzas las recibió cuando la segunda puesta en escena de Ña
Catita (1856) su gran pieza teatral, transformada de tres a cuatro actos.
Enseguida vendrían Nadie me la pega y Un juguete (1858), esta
última considerada por algunos críticos como una comedia madura, de las mejores
del teatro peruano. El sainete El Santo de Panchita (1859) fue escrita
por Segura en colaboración con Ricardo Palma, en 1859. Finalmente, dos años más
tarde producía su última pieza, Percances de un remitido (1861). Sin embargo,
todavía vendrían estrenos de obras anteriormente escritas: El Cacharpari,
Lances de Amancaes y Las tres viudas, esta última una comedia más
cuidada y pulida en el uso del lenguaje que las anteriores.
Tanto las piezas teatrales como los artículos costumbristas de Manuel
Ascencio Segura, retrataron con ingenio no superado a la sociedad peruana del
siglo XIX: a los militares prepotentes, a las intrigas políticas, el juego de
relaciones sociales para obtener cargos públicos, los matrimonios arreglados,
etc. Sus personajes teatrales (entre los cuales sobresale la beata Ña Catita,
de comportamiento soterrado) tienen más profundidad psicológica que los hasta
entonces creados en el teatro peruano. En el plano del lenguaje, Segura
enriqueció el vocabulario teatral, introduciendo nuevos usos del habla limeña,
tanto de los criollos como cholos mestizos y negros. Parte del éxito entre sus
contemporáneos se debió a esa incorporación acertada de la forma de hablar de
la calle y mercados.
Hombre hábil con la pluma, Manuel Ascencio Segura no lo era, sin embargo,
para expresarse públicamente. Ocupó un escaño en el Congreso como diputado
suplente por Loreto, pero no sobresalió precisamente por su oratoria, debido a
la timidez. Durante la última década de su vida, Segura escribió muy poco. Para
sus contemporáneos, fue un ejemplo personal de honestidad personal,
permaneciendo a lo largo de su vida dentro de una vida sencilla, materialmente
humilde. Falleció en Lima el 18 de octubre de 1871
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