JULIO C. TELLO
Hijo de una modesta
familia agricultora, Julio Cesar Tello Rojas nació en la provincia limeña de
Huarochirí. Fueron sus padres Julián Tello García y María Asunción Rojas
Erques. Desde pequeño destacó por ser inteligente, por ello le auguraron éxito
en la vida; le apodaron Sharuko. Sus estudios primarios los hizo en Huarochirí
y en 1893 se trasladó a Lima para cursar la educación secundaria en el colegio
dirigido por Pedro A. Labarthe, concluyéndola en el Colegio Nacional Nuestra
Señora de Guadalupe.
En 1900 ingresó a la facultad de Medicina de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, donde fue condiscípulo de un hijo del ilustre
tradicionista don Ricardo Palma, por lo que frecuentó su casa, ganándose el
afecto del anciano escritor, quien, en su condición de director de la Biblioteca Nacional
del Perú, le consiguió un puesto como conservador. Fue allí donde le nació a
Tello la inquietud por la ciencia y la investigación, especialmente la
arqueología y la antropología. Su acercamiento al mundo prehispánico se produjo
a partir de la lectura de un estudio de las lenguas indígenas de Sebastián
Barranca. En 1906 ofreció su primera conferencia en torno a unos cráneos
prehistóricos desenterrados en tumbas prehispánicas de Yauyos. Pero antes que nada
decidió culminar su carrera y se graduó de bachiller en Medicina el 16 de
noviembre de 1908, con su tesis «La antigüedad de la sífilis en el Perú»,[1] un
original estudio sobre dicha enfermedad. Finalmente se recibió como Médico
Cirujano en 1909.
Gracias a una beca concedida por el primer gobierno de Augusto B.
Leguía viajó a los Estados Unidos para realizar estudios de postgrado en la Universidad de
Harvard, permaneciendo allí por tres años. Tuvo por maestros a celebridades del
mundo científico, como Alex Hrdlicka y Franz Boas. Obtuvo su maestría en Artes
(1909) y en Antropología (1911), siendo el primer peruano en alcanzar tal grado
académico en dicha universidad. A mérito de sus estudios, obtuvo una nueva
beca, que le permitió concurrir, en Londres, al XVIII Congreso Internacional de
Americanistas (1911) y seguir estudios de especialización en el Seminario de
Antropología de la
Universidad de Berlín (1912) Conoció por entonces a la dama
inglesa Olive Chessman, con quien después se casaría.
A su retorno al Perú en 1913 comenzó su labor arqueológica acompañando
a su maestro Alex Hrdlicka en sus investigaciones por los valles de la costa
central. Fue nombrado director de la sección arqueológica del Museo de Historia
Nacional, cuya organización inicial orientó hasta verse obligado a renunciar en
1915.
Militó en el Partido Nacional Democrático y fue elegido diputado por
la provincia de Huarochirí, cargo que ejerció entre los años 1917 y 1929,
período en el cual luchó indesmayablemente por la defensa del patrimonio
histórico y arqueológico nacional. Presentó proyectos de ley en favor de la Protección y
Conservación de Monumentos Históricos; y de la Reforma Universitaria ,
donde se enfatiza la investigación, la formación de docentes y la capacitación
de profesionales a través de becas.
En la Facultad
de Ciencias Naturales de San Marcos se graduó de bachiller el 6 de mayo de 1918
con la tesis «El uso de las cabezas humanas artificialmente momificadas y su
representación en el antiguo arte peruano».[2] Luego optó el grado de Doctor,
el 6 de agosto de ese año.
Empezó a recorrer todo el país con el fin de realizar trabajos de
campo, haciendo valiosas investigaciones en torno a las culturas precolombinas.
A él debemos la identificación de la antigüedad y difusión de la Cultura Chavín
(1919) y el descubrimiento de la necrópolis de Paracas (1925); asimismo, las
excavaciones en el extenso valle del Santa (1926 y 1934) y en el alto valle del
Marañón (1934 y 1937); en Huánuco Viejo y Kotosh (1935); en el valle del
Urubamba (1942) y en sitios diversos de los departamentos de Lima, Arequipa,
Cuzco y Puno, que le permitieron formular su propia apreciación sobre el
proceso civilizatorio del Perú antiguo.
Fundó el Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de San
Marcos, el 21 de octubre de 1919, cuya dirección ejerció hasta su muerte. Al
mismo tiempo y teniendo como base la colección Larco Herrera adquirida por el
Estado, en 1924 formó el Museo de Arqueología Peruana, que dirigió hasta 1930,
cuando debido a la caída del presidente Leguía fue reemplazado
intempestivamente por Luis E. Valcárcel. Entre 1931 y 1938 dirigió el Instituto
de Investigaciones Antropológicas dependiente de dicho museo, instituto que por
iniciativa suya se convirtió en el Museo Nacional de Antropología, con sede en la Magdalena Vieja
(1938). Luego, por decreto supremo del 30 de enero de 1945, dicho museo se
transformó en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología, concentrando
todas las colecciones arqueológicas que el Estado tenía en Lima. Tello fue su
primer director y reunió allí todo el material acumulado a lo largo de tres
décadas de exploraciones con la colaboración de sus discípulos Rebeca Carrión
Cachot y Toribio Mejía Xesspe.
Su gran vocación humanística lo llevó también a dictar cátedras de
Arqueología en la
Universidad San Marcos; cuando esta fue clausurada en 1931,
pasó a la
Pontificia Universidad Católica del Perú donde fue
catedrático de Antropología de 1931
a 1933. Enseñó también Historia del Perú Antiguo en el
Colegio Antonio Raimondi, de 1934
a 1935. Como docente universitario renovó la cátedra con
nuevos cursos como Antropología General, Antropología Física, Arqueología de
América y del Perú. Sus clases eran prácticas y acostumbraba llevar a sus
alumnos a los museos y sitios arqueológicos. Para ayudar a sus estudiantes
escribió obras generales de visión sintética y panorámica de las culturas
prehispánicas.
A los 67 años de edad, se le detectó cáncer a los ganglios,
falleciendo en el hospital Arzobispo Loayza, dejando un valioso legado
cultural. Fue sepultado —según su propia voluntad— en los jardines del Museo
Nacional de Arqueología y Antropología en la Magdalena Vieja ,
que desde 1992 adoptó el nombre de Museo Nacional de Arqueología, Antropología
e Historia de Pueblo Libre.
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