(1739-1822)
Sacerdote franciscano, el primer beato brasileño, que se consideraba
hijo y esclavo perpetuo de María Inmaculada, y que consagró su vida a los
afligidos, a los enfermos y a los esclavos de su época. Fue ferviente adorador
de la Eucaristía ,
maestro de la caridad evangélica, consejero prudente de la vida espiritual y
defensor de los pobres.
Nació en 1739, en Guaratinguetá, Estado de São Paulo (Brasil), en el
seno de una familia profundamente cristiana. Su padre era un comerciante que
pertenecía a la Tercera
Orden franciscana y a la del Carmen.
Antonio vivió con sus diez hermanos en una casa cómoda y lujosa. Su
padre, para darle una formación humana y cultural adecuada a sus posibilidades,
lo envió, a los trece años, a Belém (Bahía) a estudiar en el seminario de los
padres jesuitas, donde ya se hallaba su hermano José. Allí estuvo de 1752 a 1756, haciendo
notables progresos en el estudio y en la práctica de la virtud. Quiso quedarse
y ser jesuita, pero su padre lo disuadió, prefiriendo que ingresara en el
cercano convento de la Orden
de los franciscanos descalzos reformados de San Pedro de Alcántara.
A los 21 años, el 15 de abril de 1760, ingresó en el noviciado.
Durante ese período, destacó por su piedad y su celo. El 16 de abril de 1761
emitió la profesión solemne. Se comprometió también a defender el título
«Inmaculada» de la Virgen
María , doctrina entonces controvertida, pero sostenida por
los franciscanos.
Apenas un año después, el 11 de julio de 1762, recibió la ordenación
sacerdotal. Su devoción mariana encontró expresión en la «Consagración a María»
como «su hijo y esclavo perpetuo», firmada con su propia sangre el 9 de
noviembre de 1766.
Terminados sus estudios, en 1768, fue nombrado predicador, confesor de
los seglares y portero del convento: esta última tarea se consideraba muy
importante porque, al poner en contacto con la gente, permitía hacer
apostolado, escuchar y aconsejar. Fue confesor apreciado y buscado; a menudo,
cuando era llamado, iba a pie incluso a localidades lejanas.
En 1769 fue enviado a São Paulo como confesor de un «Recolhimento»:
casa de retiro, donde se reunían mujeres piadosas para vivir como religiosas,
pero sin emitir votos (en ese tiempo las autoridades no permitían fundar
conventos), donde conoció a sor Elena María del Espíritu Santo, religiosa de
profunda oración y dura penitencia, que afirmaba tener visiones en las que
Jesús le pedía que fundara un nuevo convento. Fray Galvão, su confesor, escuchó
y estudió esos mensajes, y pidió consejo a personas sabias, que los juzgaron
válidos y de índole sobrenatural.
El 2 de febrero de 1774 tuvo lugar la fundación del «Recolhimento da
Luz». Escribió el Estatuto, organizando la vida interior y la disciplina
religiosa. Más tarde, el obispo de São Paulo añadió la posibilidad de emitir
los votos; en 1929 el «Recolhimento da Luz» fue incorporado a la orden de la Inmaculada Concepción.
Fray Galvão fue también, sucesivamente, maestro de novicios y guardián
del convento de san Francisco en São Paulo. Murió el 23 de diciembre de 1822,
confortado por los sacramentos. Su tumba ha sido siempre meta de constantes
peregrinaciones de fieles.
Es el primer beato brasileño, elevado al honor de los altares el 25 de
octubre de 1998 por Juan Pablo II, quien estableció que su fiesta se celebre el
25 de octubre.
Benedicto XVI al iniciar el viernes 11 de Mayo del 2007 la tercera
jornada de su visita pastoral a Brasil con una misa multitudinaria en el Campo
Marte de Sao Paulo ha sido canonizado Fray Antonio de Santa Ana Galvao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario