jueves, 30 de octubre de 2014

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY
Lima, 1924-1965
Nació en Lina en el año de 1924. Dramaturgo, ensayista, poeta, periodista.  Fue uno de los intelectuales más trascendentes en la vida cultural del Perú: promotor de jóvenes valores literarios entre estos Vargas Llosa; mostró igual inquietud para el teatro escribiéndolo o promoviéndolo en columnas periodísticas de la capital; igual empeño puso por la pintura llegando a dirigir el instituto de Arte Contemporáneo de Lima e incentivando la creación de los jóvenes valores plásticos del país. 
Recibió el Premio Internacional de Poesía “León de Greiff” (Venezuela) en 1960.
Ha publicado: Voz de vigilia (1944),  Cuadernos de la persona oscura  (1946), Máscara del que duerme (1949), Tres confesiones (1950), Los ojos del pródigo (1951), Confidencia en alta voz (1960), Vida de Ximena (1960), Conducta sentimental (1963), Cuadernillo de Oriente (1963),  y el póstumo El tacto de la araña (1965), Lima, la horrible (1964), El tacto de la araña / Sombras como cosas sólidas (Poemas 1960-1965) (1966), Poemas (1967),  Sombras como cosas sólidas y otros poemas (1974).
La poesía de Salazar proyecta sobre nuestra realidad nacional una conciencia crítica y denunciante: desmitifica. Característica permanente en su obra es el tono melancólico, propio, en parte, de una consideración sentimental de seres y sucesos. (...) La ironía y el escarnio, ligados a su actitud sentimental, son notas saltantes de sus últimas producciones; en éstas, se agudiza una patética conciencia de la caducidad y del aniquilamiento manifiesta en la abundancia de connotaciones negativas; en sus últimos poemas, igualmente, se observa el empleo deliberado de prosaísmos. 
En la poesía de Sebastián Salazar Bondy, como en su teatro, que empezó a cultivar después, hay una veta limeña de corte costumbrista, de alguien que se deleita en la contemplación de los rincones más escondidos de su ciudad. Naturalmente esto no convierte a una escritura en valiosa. Pero sí entraña un peligro para quien asume ese riesgo. Conforme se fue decantando la poesía, Salazar alcanzó una pericia verbal que pocos poetas tienen, la ciudad se fue poblando con amigos, amores, desdichas, y entonces su poesía se fue haciendo más honda y conmovedora, a tal punto que cuando murió el mayor reconocimiento que ha tenido después es como poeta. El tacto de la araña, de 1966, es uno de los libros más intensos del siglo XX. Allí el poeta hace el balance de su vida y avizora la muerte. La hondura no está solamente por la elección temática sino por la serenidad epicúrea con la que el poeta va repasando sus afectos, sus amores, sólo que ahora no es un nostálgico del pasado limeño, sino un conmovido ciudadano del Perú comprometido con el sufrimiento de sus compatriotas, dueño de una dicción mas clara y verdadera.
Falleció en Lima en el año 1965


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