SEBASTIÁN
SALAZAR BONDY
Lima, 1924-1965
Nació en Lina en el año de 1924. Dramaturgo, ensayista, poeta,
periodista. Fue uno de los intelectuales
más trascendentes en la vida cultural del Perú: promotor de jóvenes valores
literarios entre estos Vargas Llosa; mostró igual inquietud para el teatro
escribiéndolo o promoviéndolo en columnas periodísticas de la capital; igual
empeño puso por la pintura llegando a dirigir el instituto de Arte
Contemporáneo de Lima e incentivando la creación de los jóvenes valores plásticos
del país.
Recibió el Premio Internacional de Poesía “León de Greiff” (Venezuela)
en 1960.
Ha publicado: Voz de vigilia (1944),
Cuadernos de la persona oscura
(1946), Máscara del que duerme (1949), Tres confesiones (1950), Los ojos
del pródigo (1951), Confidencia en alta voz (1960), Vida de Ximena (1960),
Conducta sentimental (1963), Cuadernillo de Oriente (1963), y el póstumo El tacto de la araña (1965),
Lima, la horrible (1964), El tacto de la araña / Sombras como cosas sólidas
(Poemas 1960-1965) (1966), Poemas (1967),
Sombras como cosas sólidas y otros poemas (1974).
La poesía de Salazar proyecta sobre nuestra realidad nacional una
conciencia crítica y denunciante: desmitifica. Característica permanente en su
obra es el tono melancólico, propio, en parte, de una consideración sentimental
de seres y sucesos. (...) La ironía y el escarnio, ligados a su actitud
sentimental, son notas saltantes de sus últimas producciones; en éstas, se
agudiza una patética conciencia de la caducidad y del aniquilamiento manifiesta
en la abundancia de connotaciones negativas; en sus últimos poemas, igualmente,
se observa el empleo deliberado de prosaísmos.
En la poesía de Sebastián Salazar Bondy, como en su teatro, que empezó
a cultivar después, hay una veta limeña de corte costumbrista, de alguien que
se deleita en la contemplación de los rincones más escondidos de su ciudad.
Naturalmente esto no convierte a una escritura en valiosa. Pero sí entraña un
peligro para quien asume ese riesgo. Conforme se fue decantando la poesía,
Salazar alcanzó una pericia verbal que pocos poetas tienen, la ciudad se fue
poblando con amigos, amores, desdichas, y entonces su poesía se fue haciendo
más honda y conmovedora, a tal punto que cuando murió el mayor reconocimiento
que ha tenido después es como poeta. El tacto de la araña, de 1966, es uno de
los libros más intensos del siglo XX. Allí el poeta hace el balance de su vida
y avizora la muerte. La hondura no está solamente por la elección temática sino
por la serenidad epicúrea con la que el poeta va repasando sus afectos, sus
amores, sólo que ahora no es un nostálgico del pasado limeño, sino un conmovido
ciudadano del Perú comprometido con el sufrimiento de sus compatriotas, dueño
de una dicción mas clara y verdadera.
Falleció en Lima en el año 1965
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