SAN AGUSTÍN
Nació en Aurelius Augustinus; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual Argelia,
354 - Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica,
San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió retórica en
Madauro.
Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su
desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupación
por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en
su adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la
elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a
retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo
Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En 387
se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de
Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco
después.
En 388
regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona
por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre
los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le
valió gran renombre.
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue
nombrado obispo de Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su
pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles
y paganos, y ejerció a la vez de pastor, administrador, orador y juez.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al
cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó
una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que
contiene una verdadera filosofía de la historia cristiana.
Durante los últimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras
del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad
episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió en el año
430.
El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del
alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación
en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre
ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la
tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como
un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que
desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas
(amor), Dios es concebido como verdad, en la línea del idealismo platónico.
Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento
de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario