SAN CIRILO
San Cirilo nació cerca de Jerusalem y fue Arzobispo de esa ciudad
durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue
desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha.
Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que
deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las
discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra
vez los del otro.
Aunque los de cada partido extremista lo llamaban hereje, sin embargo
San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad )
lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de
Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de
Constantinopla, en el año 381, lo llama "valiente luchador para defender a
la Iglesia de
los herejes que niegan las verdades de nuestra religión".
Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber
vendido varias posesiones de la
Iglesia de Jerusalem para ayudar a los pobres en épocas de
grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas
épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.
El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de
Jerusalem para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no
se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de
materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría
estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.
San Cirilo de Jerusalem se ha hecho célebre y ha merecido el título de
Doctor de la Iglesia ,
por unos escritos suyos muy importantes que se llaman "Catequesis".
Son 18 sermones pronunciados en Jerusalem, y en ellos habla de la penitencia,
del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí
instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla
bellísimamente de la
Eucaristía.
En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente
en la Santa Hostia
de la Eucaristía. A
los que reciben la comunión en la mano les aconseja: "Hagan de su mano
izquierda como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a recibir al
Rey Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no
dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos con gran
cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia Consagrada".
Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a
Jerusalem llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus
fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se
habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia
Católica. A los 72 años murió en Jerusalén en el año 386. En 1882 el Sumo
Pontífice lo declaró Doctor de la
Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario