RICARDO PALMA
Biografía
Ricardo Palma, nace el 7 de febrero de 1833, en una humilde casita
ubicada en la antigua Calle Puno, actual tercera cuadra del Jr. Ayacucho;
"...en el corazón de la
Lima Virreynal ", al decir de Raúl Porras Barrenechea.
Fue hijo natural de Pedro Palma y Dominga Soriano o acaso Guillermina
Carrillo; quienes aparecen en su Partida de Bautizo.
Su verdadero nombre
era Manuel y en su época
adolescente, cuando inició su incursión en la letras y publica en 1848 en
"El Comercio", sus primeros versos románticos; agrega el nuevo nombre
de Ricardo. Algunos años después de firmar como Manuel Ricardo, parece decidir
por alguna razón, quitarse el nombre de pila y usar solamente aquel que él
mismo concibiera para ser nombrado: Ricardo.
En 1860 se ve inmerso en cuestiones políticas y abierto partidario de
José Gálvez, se ve involucrado en un atentado contra el Mariscal Ramón Castilla
y es desterrado a Chile.
Luego de viajar por Europa y Estados Unidos, regresa al Perú y
participa en el "Combate del 2 de mayo", al lado precisamente de José
Gálvez en la torre La Merced
del Fuerte San Felipe, de donde salva de morir, al dejar dicho lugar para
dirigirse a enviar un telégrama. En ese lapso de tiempo, la torre es
bombardeada, matando a Gálvez.
Siguiendo en la política, Palma fue secretario particular del
presidente Balta, luego Senador por Loreto.
En 1872, luego del levantamiento de los hermanos Gutiérrez y la muerte
de Balta; según Robert Bazin, se produce en la vida del escritor, "...la
primera crisis: la decepción política". Decide entonces retirarse de la
política, para dedicarse por entero a la actividad literaria; publicando su
primera serie de "Tradiciones".
En 1878 es nombrado miembro de la Real Academia
Española de la Lengua
y 9 años después, en 1887, es nombrado decano de la recién formada Real
Academia Peruana de la Lengua.
En 1881, durante la guerra con Chile, incorporado en la reserva del
ejército, participa en la
Batalla de Miraflores. Es incendiada su casa y se pierde casi
la totalidad de su biblioteca personal y en 1883, a pedido del
presidente Iglesias y el ministro Lavalle, rechaza una propuesta para viajar
como corresponsal de "La
Prensa " a Buenos Aires y decide aceptar el reto de
reconstruir la
Biblioteca Nacional ; convirtiéndose en el "Bibliotecario
Mendigo".
Ocho meses después, el 28 de julio de 1884, se inaugura la nueva
Biblioteca con más de 20,000 volúmenes, obtenidos en su incansable trabajo de
recolección y pedido a escritores e instituciones de todo el mundo. Parte de
ese trabajo minucioso, fue la recuperación de más de 8 mil libros arrancados de
la Biblioteca ,
gracias a devoluciones hechas, mayormente por los dueños de la mayor parte de
los bodegones o tiendas de abarrotes, quienes eran italianos; lugares donde los
soldados chilenos acudían para cambiar dichos ejemplares por unas copas de
licor u otro artículo.
Parece ser que Palma, consideraba a la Biblioteca como algo
muy personal y lógicamente los libros formaban parte de esa propiedad; por lo
cual, se atribuyó el derecho, criticable o no, de expresar su disconformidad
con lo escrito por otros autores e irónica o socarrónamente, escribió como una
especie de apostillas al margen de muchas hojas, expresiones como: "¡Qué
burro!", "este mea fuera del tiesto" o acaso "es un
cojudo".
Dicen que también era muy zalamero con las damas y muy amante de
pasear por el Jirón de la Unión ,
para "pellizcarles" la parte más contoneable de su género femenino.
Al sentir que los jóvenes parecen no apreciar su obra literaria, Palma
se siente profundamente decepcionado y en 1910, no acepta una coronación
pública que le propone la
Municipalidad de Lima.
Más tarde, como corolario curioso a todo este proceso de cambios, al
renunciar en 1912 a
la dirección de la
Biblioteca Nacional , el presidente Augusto B. Leguía nombra
nada menos que a González Prada como su sucesor.
Este se encarga de seguir sus críticas, poniendo en tela de juico, la
labor realizada por el "tradicionista" al frente de ella, escribiendo
su "Nota Informativa sobre la Biblioteca Nacional ",
a la cual Palma replica con su "Apuntes para la historia de la Biblioteca Nacional ".
El escritor fallece el 6 de octubre de 1919, a la edad de 86 años,
en su casa de Miraflores, la que más tarde fue convertida en Museo.
Producción Literaria:
En 1851 estrena alguna obras teatrales como "El Drama del
Verdugo", "La Muerte
o la libertad". Luego publica "Consolidación", una especie de
relato romántico y "Rodil", un drama, también romántico.
En 1854, cuando publica "Infernum el hechicero", utiliza por
primera vez el nombre de "Tradición Peruana".
De allí hasta 1860 publica algunos poemarios; estrena 3 comedias
costumbristas y con Manuel A. Segura, escribe "El Santo de Panchita".
En el país sureño, escribe una de las obras que marcaría la madurez de
su estilo: "Don Dimas de la
Tijereta ".
En 1872
publicó las primeras "Tradiciones peruanas", recopilación de las que
habían aparecido en diarios y revistas hasta entonces.
Características:
Palma reivindica nuestra propia historia como tema literario. Para
ello, arrepentido de sus primeros intentos con la poesía y el teatro, crea un
nuevo genero, la tradición
Palma también reivindica nuestra habla. Son textos que están a mitad
de camino entre lo hablado y lo escrito. Los diminutivos, las locuciones, los
gestos, acercan los textos a la lengua de la conversación. Pero es sobre todo
el léxico el que nos muestra con fuerza y claridad la presencia de una
comunidad.
Una de las más constantes batallas de don Ricardo fue contra la Real Academia ,
reticente siempre a acoger los términos acuñados en nuestra América. Los
americanos tenemos derecho a apropiarnos del idioma que hablamos. En su
Neologismos y americanismos Palma decía: "Hablemos y escribamos en
americano; es decir en lenguaje para el que creamos las voces que estimemos apropiadas
a nuestra manera de ser social, a nuestras instituciones democráticas".
Palma es un tradicionista, un hacedor de tradiciones; pero no es un
tradicionalista, un beato admirador del pasado. Por el contrario, nuestra
colonia es desmitificada por el tono burlón con que la trata. Se trata para él
de terminar el trabajo bolivariano de darnos libertad política, dándonos
libertad lingüística y cultural.
Argumento de los 3 ultimas obras:
Los Mosquitos de Santa Rosa
Cruel enemigo es el zancudo o el mosquito
cuando le viene el antojo de revolotear en torno de nuestra almohada, haciendo
imposible el sueño. ¿Qué reposo para leer ni para escribir tendrá un buen
cristiano si, en lo mejor de la lectura o cuando se halla absorbido por el
concepto que del cerebro traslada al papel, se siente interrumpido por el
impertinente animalejo? Creo que una nube de mosquitos es capaz de acabar con
la paciencia de un santo, aunque sea más cachazudo que Job, y hacerlo renegar
como un poseído. Por eso mi paisana Santa Rosa, tan valiente para fortificarse
y soportar dolores físicos, halló que tormento superior a sus fuerzas morales,
era el de sufrir sin refunfuño, las picadas y la orquesta de los alados
musiquines. Sabido es que en la casa en que nació, hubo un espacioso huerto, en
la cual la santa edifico una ermita.
En aquel huerto habían centenares de
mosquitos y ella así decía: Cuando me vine a habitar esta ermita, hicimos yo y
los mosquitos un pequeño trato, yo no los molestaría y ellos no picarían ni
harían ruido. Y el pacto se cumplió por ambas partes.
Aún cuando los mosquitos entraban por la
puerta o ventana, guardaban compostura, hasta que la santa les decía:
amiguitos, id a albar a Dios! o Ya esta
bien chicos, id y buscad comida!
No obstante, parece que una vez se olvido
la santa de dar ordenes de buen comportamiento a sus súbditos, porque habían
ido un día a visitarla en la ermita una beata llamada Catalina, los mosquitos
se cebaron en ella. La
Catalina , que no aguantaba pulgas, dio una manotada y aplastó
un mosquito.- ¿Qué hace hermana? – dijo la santa-. ¿Mis compañeros me matas de
esa manera?
-¡ Pero si son enemigos mortales!-
replico la beata. –No me mates ninguno, y verás que serán tus amigos como lo
son conmigo. Y así fue ningún mosquito se le volvió a acercar a Catalina.
Carta Canta
Cuando los conquistadores se apoderaron del Perú no eran en él
conocidos el trigo, arroz, caña de azúcar, ajos, cebollas, lentejas, oréganos,
ni otros productos de la tierra que seria largo enumerar. En cuanto al fréjol,
lo teníamos en casa, así como otras variadas producciones y frutas por las que
los españoles se chupaban los dedos del gusto. Era don Antonio solar, por los
años de 1558, unos de los vecinos más acomodados de esta ciudad de los reyes.
Aunque no estuvo entre los compañeros de Pizarro en Cajamarca, llego a tiempo
para que, en la repartición de la conquista, le tocase una buena partija. Se
publico un bando que los curas leían a los feligreses después de la misa
dominical, prohibiendo a los indios comer pepinos. Llegó la época en que el
melonar de Barranca diese su primera cosecha, y aquí comienza nuestra historia.
El mayordomo escogió diez de los melones, los puso en unos cajones y los puso
en hombros de dos indios mitayos, dándole una carta para el patrón. Los indios
estaban muy cansados después de caminar algunas leguas y el perfume de la fruta
les despertó curiosidad: -¿Sabes hermano –dijo al fin uno de ellos en su
dialecto indígena-, que he dado con la manera de que podamos comer sin que se
descubra el caso? Escondamos la carta para que no nos vea y así no podrá
delatarnos. La sencilla ignorancia de los indios atribuía a la escritura un
prestigio diabólico y maravilloso. Creían, no que las letras eran signos
convencionales, sino espíritus, que no solo funcionaban como mensajeros, sino
también como atalayas o espías. Después de comer un melón entre ambos y caminar
un rato mas, decidieron comerse un melón mas para así poder igualar las cargas,
pero antes obviamente escondieron la carta para así poder comer tranquilos. Llegados
a casa de don Antonio pusieron en sus manos la carta, en la cual le anunciaba
al mayordomo el envío de diez melones. Don Antonio, que había contraído
compromiso con el arzobispo y otros personajes de obsequiarles los primeros
melones de su cosecha, se dirigió muy contento a examinar la carga. – Como se
entiende, ladronzuelos... - exclamo de cólera- el mayordomo me manda diez
melones y aquí faltan dos- y don Antonio volvió a consultar la carta. – ocho no
mas, taitai – contestaron temblando los mitayos.
-La carta dice que diez, y ustedes se han comido dos en el camino...
ea! Que les den una docena de palizas a estos picaros. Y los pobres indios,
después de bien zurrados, se sentaron en un rincón del patio, diciendo uno de
ellos: - lo ves hermano, carta canta! Don Antonio lo escucho y les grito: - si,
t cuidado con otra, que ya saben carta canta. Y así fue como esta frase se hizo
tan popular.
Al Rincón Quita Calzón
El liberal obispo de arequipa, Chávez de la rosa, a quien debe esa
ciudad, la fundación de la casa de expósitos, tomo gran empeño en el progreso
del seminario, dándole un vasto y bien meditado plan de estudios, que aprobó el
rey, prohibiendo solo que se enseñasen derecho natural y de gentes. Rara era la
semana, por los años 1796, en que su señoría ilustrísima no hiciera por lo
menos una visita al colegio, cuidando de que los catedráticos cumplieran con su
deber, de la moralidad de los escolares y de los arreglos económicos. Una
mañana encontrase con que el maestro de latinidad no se había presentado en su
aula, y por consiguiente, los muchachos, en plena holganza, andaban haciendo de
las suyas. El señor obispo se propuso remediar la falta, reemplazando por ese
día al profesor titular. Los alumnos habían descuidado por completo aprender la
lección. Empezó el catedrático a hacer preguntas y un muchacho se equivoco.
-Al rincón, quita calzón! –grito el obispo. En aquellos tiempos regía
la doctrina de que la letra con sangre entra, y todos los colegios tenían un
empleado cuya tarea era la de aplicar de tres a doce azotes sobre las posaderas
del estudiante condenado a ir al rincón. Había ya, mas de una docena de niños
acumulados en el rincón, cuando le llegó el turno al más pequeño y travieso del
salón. Al no saber la respuesta de la pregunta designada, el obispo lo mando al
rincón con los demás. El chiquillo obedeció, pero murmurando entre dientes. –
¿que murmuras? –le pregunto el obispo. El pequeño, que no era ni más ni menos
que Francisco de Luna Pizarro, le respondió: - solo quería hacerle una pequeña pregunta,
su señoría. -adelante –dijo el obispo sonriendo ligeramente. –bueno, yo
quisiera saber cuantos Dominus Vobiscum tiene la misa. El obispo nunca se había
percatado de cuantas de aquellas frases se mencionaban en la misa. El pequeño
observando al pensativo obispo, exclamo: -¡Ah, él mira al techo igual que
nosotros! El obispo encantado por la perspicacia de aquel chiquillo, decidió
convertirse en su padre y protector.
Critica de Autores sobre sus producciones:
Manuel González Prada, fue uno de sus más adversos
cuestionadores; más aun al relacionarlo con la generación que perdió la guerra
con Chile y el 28 de julio de 1888, en el "Politeama", mediante
alusiones directas a Palma y otros integrantes de dicha generación; se atribuye
representante de una "nueva generación"; atacando a la precedente y
emitiendo su famosa condena.
"En esta obra de
reconstitución y venganza, no contemos con los hombres del pasado: los troncos
añosos y carcomidos, produjeron ya sus flores de aroma deletereo y sus frutos
de sabor amargo. Que vengan árboles nuevos, a dar flores nuevas, frutas nuevas.
¡Los
viejos a la tumba, los jóvenes a la obra! "
Todo parece mostrar animosidad entre ambos, pero bajo la óptica de Edmundo
de los Ríos, todo se ve diferente: "...cuando lo de su renuncia a la Biblioteca Nacional ,
pareció estar extrapolado con Manuel González Prada, nada más falso es. Ambos
miraban y estaban interesados en un mismo horizonte. Se tenían que recoger
datos del pasado para caminar firme en el futuro. (Palma) ...era hombre que
sabía reír de los tropiezos de los hombres..... González Prada, era semejante a
él, pero le ganaba su indeclinable intransigencia. Y en estilo, Palma logró
alcanzar la maestría de sus Tradiciones que son un caudal de riqueza idiomática
sin controles ni academicismos, pese a que era académico. Mientras González
Prada era un purista cincelador de versos, excepto cuando su verbo se alzaba
iracundo en sus panfletos revanchistas contra Chile... Eran, en verdad, las dos
caras de una misma moneda de oro macizo".
Palma, según Antonio Cornejo Polar "...fue y no fue
romántico", pues sus tradiciones no corresponden al sistema romántico. Fue
en cambio un transeúnte del romanticismo, camino que lo llevó a trazar su
peculiar camino hacia la "Tradición".
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