SANTA LUISA DE MARILLAC
Santa Luisa de Marillac Barañáin nació el 12 de agosto del año 1591.
Era hija de una familia noble. Huérfana de madre muy pronto, su padre le
proporcionó una formación extraordinaria en todas las ramas del saber. Era
también sumamente piadosa y ejemplar.
A los quince años quiso entrar en un convento de capuchinas, pero la
disuadieron por su delicada salud. Muere entonces su padre, y a instancias de
sus parientes se casó con el señor Le Gras.
Tuvieron un hijo al que Luisa le tenía un amor sin límites. Esta
experiencia maternal le serviría mucho para la futura fundación. Quedó viuda a
los treinta y cuatro años. El señor Le Gras murió santamente en sus brazos.
Desde entonces decidió entregarse totalmente a Dios y a las buenas obras.
Francia estaba enredada en guerras de religión en el siglo XVI. Pero
en el XVII surge con fuerza una pléyade de santos, que realizan una gran tarea:
Francisco de Sales, Juana Francisca, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac.
Francisco de Sales era el director espiritual de Luisa, que la
encaminó a Vicente de Paúl. Vicente había empezado ya sus ingentes obras de
misericordia, como las Caridades, asociaciones al servicio de los pobres. Luisa
pondrá en ellas el toque maternal y femenino, todo su corazón. Recorría los
pueblos, reanimaba las cofradías, visitaba a los enfermos y todo quedaba
renovado.
Vicente y Luisa no descansan. Amplían su radio de acción. Otras muchas
jóvenes se unen a Luisa para atender a tantos necesitados. Después de un tiempo
de noviciado, Luisa y sus compañeras pronuncian sus votos, en la fiesta de la Anunciación de 1634,
fecha en que luego renovarán sus votos en todo el mundo las Hijas de la Caridad de San Vicente de
Paúl.
A partir de entonces la bola de nieve se convierte en alud arrollador.
Se multiplican las obras en favor de "sus señores los pobres", como
gustan llamarlos: Visitas a hospitales, acogida de niños expósitos, atención a
las regiones en guerra, etc. Se extienden a Flandes y Polonia, y luego a todo
el mundo. Asilos para pobres. Establecimientos para locos y enfermos mentales.
No hay dolencia sin remedio para Luisa y sus compañeras.
A principios de 1655 quedaba canónicamente erigida la Congregación de las
Hijas de la Caridad. San
Vicente les leyó las Reglas y les dijo: "De hoy en adelante, llevaréis el
nombre de Hijas de la
Caridad. Conservad este título, que es el más hermoso que
podéis tener". Contrariamente a lo que ha ocurrido a otras comunidades,
también nacidas para atender a los pobres, las Hijas de la Caridad han permanecido
fieles a su carisma.
La actividad desarrollada por Santa Luisa era sobrehumana, a pesar de
su débil constitución. Cayó agotada en el surco del trabajo el 15 de marzo de
1660. Vicente, también enfermo, no pudo acompañarla a la hora de la muerte. Le
envió este recado: "Usted va delante, pronto la volveré a ver en el
cielo". Vicente, cargado de buenas obras, no tardaría en acompañarla. Los
venerables restos de Santa Luisa de Marillac reposan en París, en la casa madre
de la Congregación ,
en la misma capilla de las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa
a Santa Catalina Labouré.
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