jueves, 30 de octubre de 2014

SOR ANA DE LOS ANGELES

SOR ANA DE LOS ANGELES
Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, y fue hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y de la arequipeña Francisca Ponce de León. Muy pequeña fue a vivir en el monasterio de Santa Catalina, donde formó su profundo espíritu religioso. Sin embargo, un tiempo después regresó a su hogar por decisión de sus padres, quienes deseaban un matrimonio conveniente para ella, a pesar de que se perfilaba claramente su vocación piadosa.
Finalmente, y venciendo muchos obstáculos, inició en 1618 el noviciado religioso y añadió a su nombre el apelativo "de los Angeles".
Leyendo un día la vida de San Nicolás de Tolentino, le llamó la atención la gran  devoción que este santo tenía por las benditas ánimas del Purgatorio y los sufragios que ofrecía para librarlas de las penas de ese lugar; y tomó la resolución de dedicarse también ella a socorrer a esas almas necesitadas.
Desde ese momento vivió con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y Catalina de Siena. En 1647 fue nombrada Maestra de novicias y Priora, cargo desde el cual se dedicó a la reforma del monasterio. Su vida transcurrió entre la oración, el arduo trabajo apostólico, la serenidad y paciencia en los sufrimientos.
Abrazado ya el estado religioso y hechos sus votos temporales, dirigió todas sus miradas y consagró todas sus energías a realizar el ideal de la vida religiosa, íntimamente persuadida de que toda su perfeccíón y santidad consistía solamente en el exacto cumplimiento de sus votos y demás obligaciones de religiosa dominica.
Procuraba desasirse de los bienes terrenos, vistiendo hábitos usados y remendados, sandalias viejas –desechadas por otras religiosas–, y no poniéndose nunca cosa nueva, dando para las demás las cosas que recibía.
Vivía una gran abstinencia, comiendo sólo para conservar la vida, sin regalar su gusto. Conseguía así que su alma tuviese un completo dominio sobre su cuerpo.
La M. Priora, viendo que Ana se inclinaba a las cosas del servicio de Dios, la nombró "sacristana"; oficio que ella ejerció con mucho gusto y exactitud.
Una gran muestra de confianza hacia ella fue el encargo que se le hizo de ser Maestra de Novicias. Durante el tiempo que ejerció este delicado oficio ilustró siempre con su ejemplo todo cuanto enseñaba de palabra.
En 1647, Mons. Pedro de Ortega Sotomayor, es recientemente nombrado Obispo de Arequipa,. A los pocos meses eligieron a Sor Ana de los Angeles como nueva Priora.
Los últimos años de su vida se asemejaron a la Pasión de Jesús. Ella la meditaba constantemente, y Dios quiso que en su cuerpo se grabaran las señales del sufrimiento.
Fueron casi diez años de constantes enfermedades, que iban debilitando sus fuerzas. Estuvo postrada en cama durante todo este tiempo, privada de la vista, con dolor de hjgado, males en los riñones y vesícula, y un sudor continuo que le empapaba todas sus ropas. Los últimos años de la venerable monja catalina transcurrieron en la oscuridad de la ceguera.
Sor Ana de los Angeles falleció el 10 de Enero de 1686. Muerta Sor Ana, no fue necesario embalsamar su cuerpo, por el buen olor que despedía. Fue enterrada en el piso de tierra del Coro del templo del Monasterio. Fue beatificada en Arequipa por el Papa Juan Pablo II en 1985.
Milagros:
Antes de ser sepultada Sor Ana, un pintor captó sus facciones en un retrato, que es el único y verdadero testimonio gráfico que de su rostro ha quedado para la posteridad, ya que en vida evitó tan mundana gala.
El pintor había concurrido al Monasterio pese a que en esos días estaba afectado por fuertes dolores e incluso de una hinchazón generalizada de su cuerpo. Apenas concluyó de pintar el retrato de la venerable monja, en un pequeño lienzo y mientras salía por la portería, sanó completamente y de inmediato la enfermedad que lo había afectado en los últimos días, desapareció
Diez meses después, el cadáver de Sor Ana fue exhumado y encontraron el cuerpo fresco, sin mal olor y con flexibilidad comprobada de los músculos y articulaciones. Inclusive exhalaba un olor muy singular que no los dejaba moverse de aquel sitio.

Luego de su muerte los milagros continuaron; numerosos casos de personas que padecían alguna enfermedad y al encomendarse a Sor Ana o tocar alguna prenda que le perteneció, desaparecían los males que les aquejaban. Todos estos hechos motivaron a las monjas catalinas a unir testimonios y presentar una petición el 19 de julio de 1686, es decir a seis meses de su muerte, para que la venerable monja pase a ser la primera Santa de Arequipa,

SERGIO BAMBARÉN

SERGIO BAMBARÉN


Sergio Bambarén Roggero nació el primero de diciembre de 1960, en Lima, Perú, donde estudió en el Colegio Británico Markham,
Sergio fue cautivado desde sus primeros años por el océano, entre otras razones, dado que nació en una ciudad que se une con el mar. Esto lo ha influenciado toda su vida y lo ha puesto en un viaje que jamás soñó: volverse escritor.
Su espíritu de aventura lo llevó a los Estados Unidos de América, donde estudió y se graduó como Ingeniero Químico en la Universidad A&M, en Texas. Sin embargo, el océano era su gran amor, y su pasión por la tabla hawaiana lo llevó a viajar y a surfear por lugares como América Central, México, California, Chile y Perú.
Luego de regresar por un breve tiempo al Perú, Sergio decidió emigrar a Sydney, Australia, donde trabajó como ejecutivo de ventas. Sin embargo, siguió viajando, siempre en busca de la ola perfecta. Después de varios años de residencia en Sydney, Sergio decidió tomarse un año sabático y se fue a Europa para proseguir su búsqueda, y fue en Portugal, en una pequeña playa rodeada de bosques de pinos llamada Guincho, en las afueras de Lisboa, donde finalmente encontró la ola perfecta, a la vez que conoció un delfín muy especial que le dio la inspiración para escribir su primera novela: El delfín. La historia de un soñador.
A su regreso a Australia, Sergio recibió una propuesta de Random House para publicar su libro. Sin embargo, declinó la oferta porque sintió que los cambios que exigía la editorial le quitaban esencia a su novela. Así, Sergio decidió publicar el libro él mismo. Esto ocurrió en 1996. El resto es historia. En su primer año de ventas en Australia, El delfín vendió más de 60,000 ejemplares. El sueño de convertirse en escritor comenzaba a volverse realidad.
Al día de hoy, El delfín ha sido traducido a más de cuarenta idiomas, incluyendo ruso, serbio, cantonés y eslovaco, y ha estado en la lista de bestsellers de la prestigiosa revista alemana Buchreport por más de ciento cincuenta semanas ininterrumpidas. Similares experiencias han ocurrido en el resto de Europa e Hispanoamérica. Sus otras novelas, como La Playa de los sueños, Vela blanca e Iris, también se encuentran en las listas de bestsellers alrededor del mundo. En total, Sergio ha vendido más de diez millones de ejemplares de sus obras.
En mayo de 2002, Sergio viajó por Italia, Suiza, Francia, España y Portugal para promover su trabajo, así como para coordinar con la agencia productora de películas Helliventures, en Munich, el próximo lanzamiento en la pantalla grande de sus novelas El delfín y El guardián de la luz. En Octubre del mismo año, Sergio fue invitado a un tour promocional por Alemania, donde fue premiado por la Editorial Piper Verlag por la venta de su ejemplar número un millón en Alemania. Asimismo, dio una charla-conferencia en La Casa de los Libros, en Dresden, Alemania, considerada la editorial más importante de Europa.
Además de su actividad como escritor, su amor por el océano ha creado en Sergio la conciencia de proteger los mares y las criaturas que habitan en él. Por esta razón, actualmente es vicepresidente de la Asociación Ecológica Mundo Azul, y viaja constantemente por el mundo dando charlas en sus esfuerzos por preservar los océanos.
Actualmente, Sergio vive en Lima, Perú, donde practica la tabla hawaiana rodeado de delfines, lo cual le da la inspiración para seguir escribiendo. Sergio tiene una filosofía de vida que trata de compartir con la gente a través de sus novelas: "nunca dejes que tus miedos se interpongan en tus sueños".

Obras


­          DESDE LAS ESTRELLAS: MENSAJES CELESTIALES
­          EL DELFIN: HISTORIA DE UN SOÑADOR
­          EL GUARDIAN DE LA LUZ: TODOS NECESITAMOS...
­          IRIS
­          VELA BLANCA

­          LA PLAYA DE LOS SUEÑOS

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY

SEBASTIÁN SALAZAR BONDY
Lima, 1924-1965
Nació en Lina en el año de 1924. Dramaturgo, ensayista, poeta, periodista.  Fue uno de los intelectuales más trascendentes en la vida cultural del Perú: promotor de jóvenes valores literarios entre estos Vargas Llosa; mostró igual inquietud para el teatro escribiéndolo o promoviéndolo en columnas periodísticas de la capital; igual empeño puso por la pintura llegando a dirigir el instituto de Arte Contemporáneo de Lima e incentivando la creación de los jóvenes valores plásticos del país. 
Recibió el Premio Internacional de Poesía “León de Greiff” (Venezuela) en 1960.
Ha publicado: Voz de vigilia (1944),  Cuadernos de la persona oscura  (1946), Máscara del que duerme (1949), Tres confesiones (1950), Los ojos del pródigo (1951), Confidencia en alta voz (1960), Vida de Ximena (1960), Conducta sentimental (1963), Cuadernillo de Oriente (1963),  y el póstumo El tacto de la araña (1965), Lima, la horrible (1964), El tacto de la araña / Sombras como cosas sólidas (Poemas 1960-1965) (1966), Poemas (1967),  Sombras como cosas sólidas y otros poemas (1974).
La poesía de Salazar proyecta sobre nuestra realidad nacional una conciencia crítica y denunciante: desmitifica. Característica permanente en su obra es el tono melancólico, propio, en parte, de una consideración sentimental de seres y sucesos. (...) La ironía y el escarnio, ligados a su actitud sentimental, son notas saltantes de sus últimas producciones; en éstas, se agudiza una patética conciencia de la caducidad y del aniquilamiento manifiesta en la abundancia de connotaciones negativas; en sus últimos poemas, igualmente, se observa el empleo deliberado de prosaísmos. 
En la poesía de Sebastián Salazar Bondy, como en su teatro, que empezó a cultivar después, hay una veta limeña de corte costumbrista, de alguien que se deleita en la contemplación de los rincones más escondidos de su ciudad. Naturalmente esto no convierte a una escritura en valiosa. Pero sí entraña un peligro para quien asume ese riesgo. Conforme se fue decantando la poesía, Salazar alcanzó una pericia verbal que pocos poetas tienen, la ciudad se fue poblando con amigos, amores, desdichas, y entonces su poesía se fue haciendo más honda y conmovedora, a tal punto que cuando murió el mayor reconocimiento que ha tenido después es como poeta. El tacto de la araña, de 1966, es uno de los libros más intensos del siglo XX. Allí el poeta hace el balance de su vida y avizora la muerte. La hondura no está solamente por la elección temática sino por la serenidad epicúrea con la que el poeta va repasando sus afectos, sus amores, sólo que ahora no es un nostálgico del pasado limeño, sino un conmovido ciudadano del Perú comprometido con el sufrimiento de sus compatriotas, dueño de una dicción mas clara y verdadera.
Falleció en Lima en el año 1965


SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

Es el gran apóstol del Perú. Nació en Valladolid en el 1538; estudió Derecho. Luego fue designado Inquisidor Mayor de Granada, a sus treinta años. A sus cuarenta, arzobispo de Lima. Entregó su alma de misionero a Dios, en 1606. - Fiesta litúrgica: 23 de marzo.
En pos del héroe de la espada, del conquistador, del fundador de Lima, va el que supo conquistar los hombres para el Señor. Pizarro llevó a cabo una tarea material; Santo Toribio de Mogrovejo supo conquistar un reino para Cristo entre los naturales de un país que tanta gloria tenía que dar a Dios.
Natural de Valladolid, estudió Toribio Leyes en Salamanca. A sus treinta años se le nombra Inquisidor Mayor de Granada. Este título severo se convierte en sus manos en un instrumento de amor, de piedad, de salvación. Los herejes o infieles encuentran en él al padre compasivo que conoce al hombre y le sabe hijo de Dios, portador de valores eternos, divinos. Su cargo de ahora es un anuncio de su futura vida de apóstol del Perú.
Al cabo de diez años -a los cuarenta- es escogido para Arzobispo de Lima, segundo pastor de aquella sede. La fuerza de sus argumentos de renuncia no puede revocar su nombramiento. Pero, si precisamente las muchas dificultades de su dignidad hubieran podido provocar el desánimo en un hombre de temple normal, para Toribio serían el crisol de su alma apostólica, de héroe. Resume en su persona los rasgos de un San Francisco Javier y de un San Carlos Borromeo.
Como San Carlos, no vaciló en llevar a cabo la tarea trazada por el Concilio de Trento: celebración de sínodos, reforma del clero, organización misional; erección de parroquias, corrección de las costumbres.
Asimismo, a pesar de las distancias enormes de su archidiócesis -distancias de centenares de leguas, junto con la dificultad de las ciudades colgadas de picos inaccesibles, aldehuelas perdidas en los repliegues de los Andes-, llegó a todas partes en dieciséis años de caminatas por valles y montañas, por ríos desconocidos y quebradas formidables. Entraba en los míseros bohíos, buscaba a los indígenas dispersados y huidizos, les hablaba en su propia lengua, les sonreía paternalmente, les ganaba para Cristo. En esto fue otro San Francisco Javier.
El antiguo doctor en Leyes se convertía en un catequista sencillo que se ganaba a los grupos, poniéndoles bajo la dirección de un sacerdote; los agrupaba en torno de una iglesia, les acostumbraba a una vida sedentaria y laboriosa. Algún tiempo después volvía para ver la obra que Dios había iniciado por sus manos; alentaba a los nuevos cristianos y les administraba el sacramento de la Confirmación. Son en número inverosímil de millares los indios que confirmó en aquellas andanzas y misiones apostólicas.
No es de extrañar que le mirasen con respeto. Más de una vez su celo le llevó a las puertas de la muerte; rodar por las rocas y precipicios, perderse en los bosques, caer en los ríos, hundirse en los ventisqueros y en las lagunas; no pocas veces exponerse a la violenta actitud de los que veían en él al blanco, no al hombre de Dios... He aquí los azares de su apostolado.
Podemos decir que Toribio tenía un solo ideal claro, cristiano: extender en América Meridional el reino de Cristo, la salvación de los hombres.
No murió mártir, pero encontró la muerte en una de sus correrías evangélicas, estando en Santa, a más de quinientos kilómetros de la capital. Una eran flor comenzó a germinar en Santa, como fruto de su labor: Rosa de Lima, a la que el santo Prelado había

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

Fundador de los Dominicos (Orden de Predicadores). Recibió de la Virgen el Santo Rosario. Fiesta: 8 de agosto.
Nació en Caleruega (Burgos) a finales de 1171. Su padre, Félix de Guzmán, era noble acompañante del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza de quien Domingo recibió su educación primera.
Cuando tenía seis años fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su educación literaria. A los catorces años fue enviado al Estudio General de Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de España, y en el que estudiaban artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y sagrada teología. El joven Domingo se entregó de lleno al estudio de la teología.
Una gran hambre sobrevino a toda aquella región de Palencia. El corazón de Domingo no comprendía como a él no le faltaba nada y estuviese rodeado de valiosos códices y libros, mientras otros carecían de lo indispensable para vivir. Pronto fue entregando todo su ajuar a los pobres.
En los oídos de Domingo martilleaban las palabras del maestro: «Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado,,. Un día llegó a su presencia una mujer llorando amargamente y diciendo: «Mi hermano ha caído prisionero de los moros». A Domingo no le queda ya nada que dar sino a sí mismo, decide venderse como esclavo para rescatar al desgraciado por el cual se le rogaba. Este acto de Domingo conmovió a Palencia; el Obispo de Osma, don Martín Bazán, que andaba buscando hombres notables para el Cabildo, rogó a Domingo aceptara en su catedral una canonjía. Tenía Domingo 24 años cuando aceptó la canonjía. Poco después, al cumplir la edad canónica de veinticinco años, fue ordenado sacerdote.
El Rey Alfonso VIII había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la misión de dirigirse a Dinamarca a pedir la mano de una dama de la nobleza para su hijo Fernando.
El Obispo acepta y como compañero de viaje lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedo profundamente dolorido al ver que había grandes herejías. Los cátaros, los valdenses o pobres de Lyón, y otras herejías, procedentes del maniqueísmo oriental, lo llenaban todo e incluso tenían Obispos propios. Negaban todos los dogmas católicos, la unicidad de Dios, la Redención por la Cruz de Cristo, los Sacramentos, etc.
En respuesta a todo esto, en 1207, empieza una nueva etapa de la vida de Domingo, con algunos compañeros, entre ellos su propio Obispo de Osma, se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin más ropa que la puesta, comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes incultas que arrastraban las herejías, determinó que su Orden fuera una Orden de predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio. Funda diversos centros de apostolado en todo el sur de Francia. Pero reconociendo que para combatir las herejías era necesario una buena formación teológica, busca un buen Doctor en teología que diera clase todos los días, pues consideraba que, para ser buenos predicadores, primero debían ser buenos maestros. Más tarde, uno de sus discípulos en la orden sería la lumbrera más grande que haya tenido la iglesia universal: Santo Tomás de Aquino.
Santo Domingo fue un gran amigo de San Francisco de Asís, a quien visito y abrazó efusivamente.
Santo Domingo poco después dio vida a la rama femenina conocida como la Orden Dominicana.
La misión de los Dominicos es predicar para llevar almas a Cristo. Es el mandato misionero del maestro antes de subir a los cielos. El nos encargó a todos los bautizados la obligación de predicar. Domingo fue el hombre elegido para predicar la verdad contra el error.
La misión encontró grandes dificultades pero la Virgen vino a su auxilio. Estando en Fangeaux una noche, en oración, tiene una revelación donde, según la tradición, la Virgen le revela el Rosario como arma poderosa para ganar almas. Esta tradición está respaldada por numerosos documentos pontificios.
El 21 de enero de 1217, el Papa Honorio 111 aprobó definitivamente la obra de Domingo, la Orden de los predicadores o Dominicos.
En 1220 la herejía de los cataros y albigenses se había extendido por Italia. El Papa Honorio 111 determina una gran misión, pero en vez de poner al frente de ella algún Cardenal, encomendó la dirección a Domingo, que se entregó a la Misión.

Murió el 6 de agosto de 1221 y fue canonizado por Gregorio IX en 1234. 

SANTA LUISA DE MARILLAC

SANTA LUISA DE MARILLAC

Santa Luisa de Marillac Barañáin nació el 12 de agosto del año 1591. Era hija de una familia noble. Huérfana de madre muy pronto, su padre le proporcionó una formación extraordinaria en todas las ramas del saber. Era también sumamente piadosa y ejemplar.
A los quince años quiso entrar en un convento de capuchinas, pero la disuadieron por su delicada salud. Muere entonces su padre, y a instancias de sus parientes se casó con el señor Le Gras.
Tuvieron un hijo al que Luisa le tenía un amor sin límites. Esta experiencia maternal le serviría mucho para la futura fundación. Quedó viuda a los treinta y cuatro años. El señor Le Gras murió santamente en sus brazos. Desde entonces decidió entregarse totalmente a Dios y a las buenas obras.
Francia estaba enredada en guerras de religión en el siglo XVI. Pero en el XVII surge con fuerza una pléyade de santos, que realizan una gran tarea: Francisco de Sales, Juana Francisca, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac.
Francisco de Sales era el director espiritual de Luisa, que la encaminó a Vicente de Paúl. Vicente había empezado ya sus ingentes obras de misericordia, como las Caridades, asociaciones al servicio de los pobres. Luisa pondrá en ellas el toque maternal y femenino, todo su corazón. Recorría los pueblos, reanimaba las cofradías, visitaba a los enfermos y todo quedaba renovado.
Vicente y Luisa no descansan. Amplían su radio de acción. Otras muchas jóvenes se unen a Luisa para atender a tantos necesitados. Después de un tiempo de noviciado, Luisa y sus compañeras pronuncian sus votos, en la fiesta de la Anunciación de 1634, fecha en que luego renovarán sus votos en todo el mundo las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
A partir de entonces la bola de nieve se convierte en alud arrollador. Se multiplican las obras en favor de "sus señores los pobres", como gustan llamarlos: Visitas a hospitales, acogida de niños expósitos, atención a las regiones en guerra, etc. Se extienden a Flandes y Polonia, y luego a todo el mundo. Asilos para pobres. Establecimientos para locos y enfermos mentales. No hay dolencia sin remedio para Luisa y sus compañeras.
A principios de 1655 quedaba canónicamente erigida la Congregación de las Hijas de la Caridad. San Vicente les leyó las Reglas y les dijo: "De hoy en adelante, llevaréis el nombre de Hijas de la Caridad. Conservad este título, que es el más hermoso que podéis tener". Contrariamente a lo que ha ocurrido a otras comunidades, también nacidas para atender a los pobres, las Hijas de la Caridad han permanecido fieles a su carisma.

La actividad desarrollada por Santa Luisa era sobrehumana, a pesar de su débil constitución. Cayó agotada en el surco del trabajo el 15 de marzo de 1660. Vicente, también enfermo, no pudo acompañarla a la hora de la muerte. Le envió este recado: "Usted va delante, pronto la volveré a ver en el cielo". Vicente, cargado de buenas obras, no tardaría en acompañarla. Los venerables restos de Santa Luisa de Marillac reposan en París, en la casa madre de la Congregación, en la misma capilla de las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a Santa Catalina Labouré.

SANTA CATALINA DE SIENA

SANTA CATALINA DE SIENA

-Fiesta: 30 de abril
-Virgen, esposa mística de Cristo, Segunda mujer proclamada Doctora de la Iglesia, dominica terciaria, consejera de papas, autora del "Diálogo"
-(1347-1380)
-Patrona de Ayas, Italia, Prevención de Incendios

Sus cortos 33 años de vida fueron de gran impacto para la Iglesia. Santa Catalina es una de las tres doctoras de la Iglesia, a pesar de que nunca tuvo una preparación académica formal y no sabía leer ni escribir (las otras dos doctoras son Santa Teresa de Avila y Santa Teresita del Niño Jesús). Sta. Catalina fue el instrumento que utilizó el Señor para que regresara el Papado de Aviñón (Francia), a Roma.

Santa Catalina tenía un profundo amor a la Eucaristía, a la Stma. Virgen y a los pobres. Tuvo muchas experiencias místicas, entre ellas: El desposorio con Cristo, profecías, estigmas y ayunos de largos períodos, en los cuales se alimentaba solamente de la Eucaristía.


BREVE HISTORIA DE SANTA CATALINA DE SIENA

En la fiesta de la Anunciación en el año 1347 nació en Siena, "la ciudad de la Virgen", una joven de un atractivo extraordinario y de una gran fuerza de voluntad. En solo 33 años de santidad heroica vivió, sufrió y murió por el Cuerpo Místico de su Amado Señor. Esta alma extraordinaria es conocida en la historia como Santa Catalina de Siena, una de las mas grandes de la Iglesia, y una de las mas fascinantes.

Durante su corta vida convirtió a muchos, de diferentes edades y clases, a una auténtica vida cristiana. Los que la conocían sabían que solo tenían que presentarle a Catalina un pecador, y por su sencilla pero profunda caridad, y por su corazón y personalidad, el pecador era movido a ser otro "catelinato", como le decían a sus seguidores en Siena.

Jesucristo es el centro de su vida

Catalina fue tan inmensamente devota a su Salvador que El fue el centro de todas sus muchas experiencias místicas. Pero veremos como la santa, tenia una muy tierna, amorosa y confiada relación con la Virgen Santísima, y en un número significante de eventos en su vida, fue en la Madre de Dios que ella buscó su refugio, o fue la Virgen la que vino en su ayuda.

Confianza y amor a la Virgen María

Desde niña, empezó a orar a la Reina de Siena, y a menudo se le oía rezar el Ave María bajando las escaleras de su casa. Un día cuando tenía 6 años de edad y mientras caminaba por las calles de Siena con su hermano, elevó su mirada y de repente vio en el sobre el techo de la Iglesia de San. Domingo, al Rey de Reyes sobre un espléndido trono, vestido como el Papa con su corona Papal; y con el estaban San. Pedro, San. Pablo y San Juan. Jesús mirando con ternura a Catalina, despacio y solemnemente la bendijo, haciendo tres veces la señal de la Cruz sobre ella con su mano derecha, como lo hace un obispo.

Desde ese momento Catalina dejó de ser una niña, se enamoró profundamente de su amado Salvador. "esa visión y esa bendición fueron tan poderosas que después ella no pudo pensar en nada mas que en los ermitaños, y en como imitarlos."

El año siguiente, ante un cuadro de Nuestra Señora, se ofreció al Señor que la había bendecido. En este momento tan crucial oró a la Virgen: "¡Santísima Virgen, no mires mi debilidad, sino dame la gracia de tener como esposo a aquel a quién yo amo con toda mi alma, tu Santísimo Hijo, Nuestro Único Señor, Jesucristo! Le prometo a El a ti, que nunca tendré otro esposo".

Solo Jesucristo será su esposo

Cuando Catalina tenía doce años, su familia quería obligarla a contraer matrimonio. Ella, después de consultar con un sacerdote dominico acerca de su voto de castidad y como defenderlo ante esta amenaza, se cortó el pelo, como señal de haber ¨cortado¨ con el mundo. Sus padres hacían todo lo posible por impedir que ella tuviera tiempo de oración y soledad. La pusieron a trabajar a toda hora, tratándola muy mal, como sirviente de la familia. Catalina humildemente aceptó este rechazo de su familia, y actuaba como si estuviese en la casa de Nazaret, tomando como a su única madre a la Virgen Santísima.

Sus hermanas y amistades la persuadieron a que participara en sus diversiones y vanidades. Pero pronto se arrepintió y le dolió aquello por el resto de su vida. Lo consideró como la mayor infidelidad a su esposo del cielo de la cual ella fue culpable.   La muerte de su hermana mayor, Bonaventura, ocurrida poco después, confirmó sus sentimientos. 

Modelo de virtud antes de sus quince años de edad

Con su ejemplo de humildad, obediencia y caridad ante su familia, los conquistó y entonces le permitieron ser miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo y tener un cuarto privado. Allí comenzó a hacer actos de mortificación heroicos. Se alimentaba principalmente de hierbas y vestía con telas muy crudas. Asistía con gran generosidad a los pobres, a los enfermos, consolaba a los presos. Su sometimiento de la propia voluntad al Señor, aun en sus penitencias, daba verdadero valor a lo que hacía.

Pero sus experiencias místicas no le quitaban las pruebas.  Sufría por su temperamento al que dominaba con gran paciencia y por los baños calientes que le ordenaron los médicos.  En medio de sus dolencias oraba sin cesar para expiar sus ofensas y purificar su corazón. 

Recibe el hábito de la tercera orden dominica
En la noche anterior a su profesión en la orden, después de pasar por una severa prueba en la cual el demonio se le apareció como un caballero muy guapo y elegante y le ofreció un traje de ceda con joyas brillantes, Catalina se tiró sobre el crucifijo y gritó: "¡Mi único, mi amado esposo, Tu sabes que jamás he deseado a nadie mas que a ti. Ven en mi ayuda, mi amado Salvador!".

De pronto, frente a Catalina estaba la Madre de Dios, teniendo en sus manos un traje de oro , y con su voz suave y tierna, la Virgen le dijo: "Este vestido, hija mía, lo he traído del corazón de mi Hijo. Estaba escondido en la herida de su costado como en una canasta de oro, y te lo hice con mis propias manos."  Entonces con ferviente amor y humildad, Catalina inclinó su cabeza, mientras la Virgen le imponía este vestido celestial".

Por fin, en 1635, a los 18 años (según algunos escritores a los 20 años), recibió el hábito de la tercera orden dominica.

Durante tres años después de recibir el hábito, Catalina vivió, en la santa soledad de su pequeño cuarto y en su capilla favorita. Allí pasó un entrenamiento estricto basado en la auto-negación y desarrollo espiritual bajo la dirección personal de Cristo y de su Madre. No hablaba sino con Dios, la Virgen y su confesor.

Severos ataques del demonio

La serpiente, viendo su vida angelical, la asaltaba buscando destruir su virtud. Llenaba su imaginación con las mas sucias representaciones y asaltaba su corazón con las mas bajas y humillantes tentaciones.  Después su alma quedaba en una nube de oscuridad, las mas severa prueba imaginable. Se veía a si misma cientos de veces al borde del precipicio, pero siempre sostenida por una mano invisible.  Sus armas eran la oración ferviente, la humildad, resignación y confianza en Dios. Así venció las pruebas que sirvieron mucho para purificar su corazón.  Nuestro Señor la visitó después y ella le dijo: "¿Dónde estabas, mi divino Esposo, mientras yo yacía en tan temible condición de abandono?".  Jesús le contestó: "Estaba contigo". "¡¿Cómo?! -replicó ella- ¡¿entre las sucias abominaciones en que infectaban mi alma?!. El le dice "Eran desagradables y sumamente dolorosas para ti. Este conflicto, por lo tanto, fue tu mérito, y la victoria sobre ellas, fue debido a mi presencia."

El enemigo también la invitaba al orgullo, sin escatimar ni violencia ni estrategia alguna para seducirla a sus vicios. Pero la humildad era su defensa. Dios la recompensó con su caridad para los pobres y muchos milagros.

Nupcias con Jesús

Un día jueves después de que Catalina había orado todo el día con extraordinaria fe, Nuestro Señor se le apareció y le dijo: "Ya que por amor a Mi has renunciado a todos los gozos terrenales y deseas gozarte solo en Mi, he resuelto solemnemente celebrar Mi esposorio contigo y tomarte como mi esposa en la fe".

Mientras el Señor hablaba, aparecieron muchos ángeles, su Santísima Madre, San Juan, San Pablo y Sto. Domingo (ella era de su orden). Y mientras el Rey David tocaba una dulce música en su arpa, nuestra amorosa Madre tomó la mano de Catalina y la puso en la mano de su Hijo. Entonces Jesús, puso un anillo de oro en el dedo de Catalina, y dijo: "Yo, tu creador y Salvador, te acepto como esposa y te concedo una fe firme que nunca fallara.. Nada temas. Te he puesto el escudo de la fe y prevalecerás sobre todos tus enemigos".

Guía de papas y pobres.
Con la fortaleza recibida del Señor, Catalina continuó creciendo en su fervor y efectividad en el  apostolado, primero entre la gente de Siena, luego en Pisa, en Florencia, y eventualmente en las ciudades Papales de Avignón y Roma. Catalina fue atrayendo a un grupo de devotos amigos. Todos sus discursos, acciones y hasta su silencio inducía al amor a la virtud.  Según el papa Pío II, nadie se acercó a ella que no se fuera mejor.

Estableció una inspiradora correspondencia que alcanzó seis volúmenes. Comenzaba todas sus cartas con estas palabras: "En el nombre de Jesucristo Crucificado y de la dulce María".

Santa Catalina llegó a influenciar a dos papas, numerosos prelados y religiosos. Mas que ningún otro factor, fueron las oraciones y sacrificios de esta joven esposa de Cristo, las que le permitieron ser instrumento de mensajes divinos que llegaron a ser escuchados por el  papa.

La conversión de Nannes

Nannes, un poderoso personaje, fue llevado ante la santa.   Nada de lo que ella le decía parecía tener efecto. Entonces Catalina hizo una pausa repentina para ofrecer oraciones por el.  En ese mismo instante el joven comenzó a llorar, profundamente convertido.  Se reconcilió con sus enemigos y se dedicó a la penitencia.  Cuando mas tarde Nannes tuvo muchas calamidades temporales, la santa se alegraba entendiéndolo como para su bien espiritual. "Dios purgó su corazón", dijo Catalina, "del veneno con que estaba infectado por su gran apego a las criaturas".  Nannes dio a Catalina una mansión la cual ella, con la aprobación del papa, convirtió en un convento. 

Fueron muchas las conversiones impresionantes que se lograron por su mediación. Entre ellas, durante la pestilencia de 1374, en la que sirvió a los enfermos, las de dos santos dominicos, Raimundo de Capua y Bartolomé de Siena.  Los pecadores mas empecinados se ablandaban ante el poder de sus exhortaciones. 

Tenía el don de sanación.
Catalina tenía gran compasión por los enfermos y los atendía con esmero. En una visita a Pisa, enviada por sus superiores, sanó a muchos enfermos y aún a mas almas.

Intercede por un condenado a muerte

Como Catalina dedicaba toda su vida enteramente al servicio del Crucificado y de su dulce Madre, ésta a menudo venía en su auxilio. En ocasiones en que Catalina tenía entre manos la conversión de un endurecido pecador, se dirigía con confianza a la Madre de Misericordia. A través de la Virgen Santísima logró la gracia de la resignación y de la paz para un joven condenado a la decapitación y pudo estar con el hasta el final.

"Esperé por el en el lugar de la ejecución, esperé en oración continua y en la presencia de María y antes que el llegase, puse mi cabeza sobre el ladrillo y oré suplicándole al cielo, repitiendo: "¡María!". Quería obtener la gracia de que ella, en el último momento, le diera luz y paz. Y María no me defraudó".

Milagros al servicio de los pobres

En al menos dos ocasiones Catalina recibió ayuda sobrenatural de parte de la Virgen cuando preparaba comida para los demás. Una vez cuando estaba horneando pan para su familia, la otra vez fue durante una epidemia, donde por la misma cantidad de harina que tenían todos los demás, logró sacar cinco veces mas pan.

No debemos olvidar que Jesús le concedía tanto porque ella por su parte era siempre fiel, presta para sufrirlo todo y pasar las mayores pruebas por Su amor.

El mayor de los milagros posiblemente fue su paciencia ante los severos ataques y reproches aun de personas desagradecidas que ella había beneficiado con sus servicios. Así fue el caso de una mujer leprosa a quién todos habían abandonado y que Catalina cuidó con esmero. Su cuidado continuó igual a pesar de los insultos de la mujer.   Atendió a otra mujer cancerosa.  Por mucho tiempo Catalina vencía su natural desagrado y chupaba y vestía sus llagas. Esta sin embargo publicó contra Catalina   las calumnias mas infames, las que fueron secundadas por una hermana del convento. Catalina sufrió en silencio la persecución violenta. y continuó con afecto sus servicios hasta que con su paciencia y oración obtuvo de Dios la conversión de ambas.

Un noble secretario

Esteban fue uno de los discípulos mas cercanos a Catalina. Hijo de un senador de Siena, este noble había sido reducido a ruina por sus enemigos. La santa le enseño el camino del Evangelio y la renuncia a las cosas del mudo. Se hizo secretario de la santa y compiló sus palabras y cartas. Fue su compañero en los viajes a Avignón, Florencia y Roma.  Mas tarde, por consejo de la santa, Esteban se hizo monje Cartujo. Asistió a la santa en su muerte y escribió su vida.

El Dialogo de Santa Catalina de Siena

Fue en el "día de María", como Catalina llamaba al sábado, que empezó a escribir su famoso "Dialogo", un tratado inspirado sobre las virtudes cristianas.

La Virgen le da un confesor

Catalina había orado por muchísimo tiempo para conseguir un buen confesor y director espiritual. Ella, como todos los santos, comprendía la importancia de ser guiada por un santo pastor de almas. Un día, durante la misa en la iglesia dominica de Santa María Novella, en Florencia, le pareció a la santa que la Virgen estaba de pie a su lado y le indicaba un sacerdote para que fuera su guía: el Padre Raimundo de Capua. Este se convirtió en el director espiritual de Catalina. Después de muchos años de una relación muy fructífera, le llamó: "mi Padre y mi hijo, quién mi dulce Madre María me regaló". El por su parte creció mucho espiritualmente gracias a la inspiración de la santa y llegó a ser beatificado.

Inspira el retorno del papado a Roma

En 1375 Florencia, Perugia, una gran parte de la región Toscana de Italia y hasta de los Estados Pontificios, entraron en liga contra la Santa Sede. El corazón de Catalina, que tres años antes había profetizado estos eventos, se traspasó de dolor. Por sus oraciones y esfuerzos, muchas ciudades, entre ellas Arezzo, Lucca y Siena se mantuvieron fieles al Papa. 

El papa Gregorio XI que residía en Avignón, al no conseguir nada con sus cartas a Florencia, envió un ejército a esta ciudad.  Las divisiones internas causaron que los florentinos buscaran reconciliación.  Le pidieron a Santa Catalina que fuera mediadora. La santa llegó a Avignón el 18 de junio de, 1376.  El Papa se reunió con ella y con gran admiración por su prudencia y santidad, le dijo: "No quiero otra cosa sino paz. Pongo este asunto enteramente en tus manos".

El papado se encontraba en Avignón, (hoy parte de Francia), desde el 1314, cuando fue electo Papa el francés que tomó el nombre Juan XXII. Sus sucesores también vivieron en Avignón.  El Papa es el obispo de Roma, por lo que los romanos protestaban que su obispo los había abandonado por setenta y cuatro años y amenazaban con un cisma. Gregorio XI había hecho un voto secreto de regresar a Roma, pero no se decidía al notar la resistencia de su corte.  Aprovechando la presencia de Catalina en Avignón, le consultó el caso. "Cumpla lo que le ha prometido a Dios", fue la respuesta de Catalina. La santa recibió del Señor la certeza de que el papa debía regresar a Roma y aquél fue el momento en que se lo pudo comunicar.  El papa, sorprendido de que supiese por revelación lo que el no había confiado a nadie, decidió cumplir con su traslado a Roma. Catalina le escribió en varias ocasiones animándole a apresurar su retorno a Roma. El Papa salió de Avignón el 14 de septiembre de 1376.

No tardaron en aparecer las envidias y las preguntas farisaicas de los que deseaban atrapar a la santa. Pero se quedaban asombrados ante sus respuestas a las preguntas mas difíciles sobre la vida interior y otros temas.  Por otro lado, los florentinos continuaban en sus intrigas contra el papa por lo que este envió a Catalina a vivir en esa ciudad. Allí sufrió muchísimo y en varias ocasiones peligraba su vida.  Pero al final, en 1378, logró la reconciliación de esta ciudad con el sucesor de Gregorio, el Papa Urbano VI.

Gusto por la vida contemplativa
En seguida Catalina volvió a Siena para continuar su vida solitaria de oración intensa. Algunas de sus meditaciones fueron recogidas en el tratado Sobre la Providencia.

Por años vivió en abstinencia rigurosa, de tal manera que prácticamente se alimentaba solo de la Eucaristía. En una ocasión ayunó desde el miércoles de ceniza hasta el día de la Ascensión, recibiendo solamente la Sagrada Hostia. 

La corona de espinas
En una visión, El Señor le presentó dos coronas, una de oro y la otra de espinas, invitándola a escoger la que mas le gustara. Ella respondió: "Yo deseo, oh Señor, vivir aquí siempre conformada a tu pasión y a tu dolor, encontrando en el dolor y el sufrimiento mi respuesta y deleite."  Entonces, con decisión tomó la corona de espinas y la presionó con fuerza sobre su cabeza.

Experiencias místicas con la Virgen
Dos veces, en fiestas litúrgicas especiales, la Virgen le ayudó milagrosamente. Durante una Misa de año nuevo, Catalina estaba tan sobrecogida por la emoción, que cuando se puso de pie para ir a recibir comunión estuvo a punto de caer. La Virgen, con sus manos tiernas y al mismo tiempo fuertes, la sostuvo hasta que se recuperó.

Un día de la Asunción, que tradicionalmente era la fiesta mas grande del año en Siena, la ciudad de la Virgen, Catalina estaba muy enferma en cama, y deseaba intensamente por lo menos poder ver la catedral. De pronto se encontró en el atrio de la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, y pudo caminar perfectamente y participar en la Misa solemne dedicada a la Virgen.

El niño Jesús
Catalina tenía gran devoción al Niño Jesús. Una noche de Navidad, mientras oraba con sus hermanas de la tercera orden en la Iglesia de San. Domingo, se le concedió una visión muy impresionante: La Virgen María de rodillas adorando en oración ferviente al recién nacido, el Divino Niño. Catalina estaba tan sobrecogida que suplicó humildemente a la Virgen que le permitiera cargar al Niño por un momento. Con una sonrisa afectuosa, la Virgen tomo el Niño y se lo entregó a Catalina, quien teniéndolo en sus brazos, lo beso y le susurró en el oído los nombres de todos sus  seres queridos.

Poco antes de morir, en el adviento, Santa Catalina escribió estas palabras a una amiga: "Te pido, en este dulce tiempo de adviento y de la fiesta de la Navidad, que visites el pesebre donde posa el Manso Cordero. Allí encontrarás también a María, una extranjera y un exilio, en tan gran pobreza que no tiene con que vestir al Hijo de Dios, o fuego con que calentarlo....Asegúrate de recurrir siempre a la Virgen Santísima, abrazando siempre la cruz."

Las turbulencias políticas continúan

En 1378 ocurre el gran cisma de la Iglesia. Al morir Gregorio XI, el papa Urbano VI fue electo. Mas tarde muchos cardenales declararon la elección nula y eligieron un nuevo papa, Clemente VII. Con el, se fueron a Avignón.

Santa Catalina sufrió muchísimo por Jesús y su Iglesia.  Escribió a los cardenales y príncipes de varios países implorándoles que reconozcan al papa Urbano y así acabar con el cisma. También escribió al mismo papa Urbano exhortándole a dominar su difícil temperamento que había sido en parte causa de la división. El papa la escuchó y le pidió ir a Roma para ayudarle a persuadir a los cismáticos. Trabajando en esa misión en Roma, la santa se enfermó y murió el 29 de abril de 1380, a la edad de treinta y tres años.

Fue enterrada en Roma, en la iglesia de Minerva, donde hoy día puede visitarse su cuerpo que yace bajo el altar tras un panel de cristal.  Su cabeza está en la iglesia de Sto. Domingo en Siena, en cuya ciudad también se puede visitar su casa, ver sus instrumentos de penitencia  y otras reliquias.

Para apreciar la vida de la santa, tan engalanada con dones extraordinarios, no podemos olvidar su incondicional amor a la cruz.  Tuvo grandes y prolongados sufrimientos, tanto los físicos como los del corazón.  Cuando se ama mucho se sufre por el amado. Ella sufría las ofensas contra Jesús, contra Su Madre, contra la Iglesia, contra los pobres. Sufría por los pecadores.  Aunque muchos la admiraban, muchos también la tildaban de farsante y la hacían sufrir.  Sus virtudes heroicas la hicieron victoriosa sobre sus pasiones en las pruebas mas difíciles. Es por todo esto que la debemos admirar y nos sirve de inspiración para nosotros buscar la santidad. En Santa Catalina vemos lo que Dios puede hacer con un corazón que se deja traspasar de amor por El y por la Virgen.

-Canonizada por el Papa Pío II en 1461.

-Urbano VIII transfirió su festividad al 30 de abril 

SAN VALENTÍN

SAN VALENTÍN


Patrón de Trujillo, reconocido por su milagro inicial, haber salvado a Trujillo del terremoto del 14 de febrero de aquel año 1619. Su feligresía lo recuerda cada año, habiéndolo adoptado como el defensor de la ciudad ante cualquier embate de la naturaleza.
San Valentín fue declarado patrono de Trujillo debido al nefasto terremoto de 1619, y en el que cientos de trujillanos pidieron su intercesión para que los proteja de daños mayores, lo cual fue escuchado, cesando así el movimiento sísmico más fuerte de la historia de la ciudad.
¿Pero... quien fue San Valentín?
La verdad es que hay muy poca cosa de él. Sabemos que era un sacerdote que nació en Roma a mediados del siglo III y que gozó de un gran prestigio en aquella ciudad hasta el punto que el emperador Claudio II lo invitó a su palacio para mantener una conversación y conocer de esta manera el porqué de su fama.
Según la tradición, Valentín aprovechó aquella ocasión para hacer "propaganda" de la religión cristiana y convencer al emperador para que siguiera los pasos de Jesús. Aunque en un principio Claudio II se sintió atraído por aquella religión que los mismos romanos perseguían, los soldados y el propio Gobernador de Roma, Calpurnio, le obligaron a desistir y organizaron una campaña en contra de nuestro santo. Claudio no tuvo más remedio que hacer marcha atrás y mandó a Calpurnio que lo procesara. Pero aquella misión la llevaría a cabo el lugarteniente del gobernador, Asterius. Cuando fue llevado ante él, éste se mofó de la religión cristiana y puso a prueba a Valentín. Bajo un tono de burla, le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una hija suya que era ciega de nacimiento.
Valentín aceptó y en nombre del Señor obró el prodigio. Asterius y toda su familia se convirtieron al cristianismo, pero Valentín no se salvó del martirio, ya que temiendo una rebelión del ejército romano y de los paganos, el emperador lo mandó ejecutar. Era el año 270.
Los restos mortales de San Valentín se conservan actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en dicho templo, una acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.


SAN PABLO

SAN PABLO

Vida

Nació entre el año 5 y el año 10 en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor (la actual Turquía). La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana por nacimiento (Hechos 22:22-29). Por lo que Pablo era ciudadano romano pese a ser hijo de judíos. No perteneció al círculo de apóstoles de Jesucristo.
Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, en su adolescencia es enviado a Jerusalén, donde estudia con el famoso rabino Gamaliel (Hch 22, 3). Tuvo una educación mucho mayor que los humildes pescadores que fueron los primeros apóstoles de Cristo.
Pablo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los fariseos. De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de San Esteban, el primer mártir (denominado protomártir) de la iglesia de aquel entonces, quien fue víctima de lapidación no como consecuencia de la barbarie de la multitud, sino como cumplimiento de una ejecución judicial, pues Saulo contaba con la venia de Roma.[cita requerida]
En el año 36, camino a Damasco, tuvo una visión y se convirtió al cristianismo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles y las epístolas paulinas fue gracias a una aparición de Cristo camino de la ciudad de Damasco, luego de la cual pide ser bautizado.
Comenzó su actividad de evangelización cristiana en Damasco y Arabia. Es perseguido por los judíos y huye a Jerusalén, donde es visto por Bernabé quien lo lleva con Pedro y con Santiago en el año 36(La Biblia no especifica el nombre de los apóstoles. Ver Hechos 9: 27. Contexto de la cita Hechos 9: 26-28). Huye de Jerusalén, escapando de los judíos de habla griega. Se lo llevan a Cesárea y es enviado a refugiarse en Tarso.
Bernabé acude a Tarso y se va con Pablo a Antioquía, donde pasaron un año evangelizando. Antioquía se convierte en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. Aquí surge por primera vez la denominación de cristianos para los discípulos de Jesús.

La conversión

En las obras de arte y en la creencia popular se tiene la imagen de que Pablo se cayó de su caballo, cuando ni en las epístolas ni en los Hechos de los Apóstoles se menciona una caída de un caballo y, es más, pudiera tratarse de un anacronismo.
Según los Hechos de los Apóstoles "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió." (Hechos 9)
En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los cristianos y que se le apareció Jesús "Posteriormente, después de todos, se me apareció también a mí, como un abortivo" (1 Corintios 15; 8-9).
En cualquier caso, con independencia de si la visión en el camino de Damasco fue milagrosa o tiene explicación científica, el resultado es que Saulo de Tarso, que se dedicaba a "perseguir sobremanera" y "asolar" con "celo" las comunidades cristianas, según sus propias palabras (Gálatas 1; 13; Filipenses 2; 6), tuvo un testimonio que lo marcó para el resto de sus días, literalmente se pasó al enemigo para ser el principal difusor del cristianismo arriesgando su vida, sufriendo encarcelamientos y, finalmente, morir decapitado en Roma. Pablo fue fiel hasta la muerte al testimonio que lo convirtió en uno de los apóstoles más efectivos de Jesucristo.

Obra

Viajes misionales

A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo:
En el primer viaje misional, junto con Bernabé y su primo Juan Marcos de ayudante, parte de Seleucia, puerto de Antioquía, donde había predicado durante un año, hacia la isla de Chipre, concretamente a Salamina. Este era el primer lugar donde predicaban a los "no judíos", es decir, a los gentiles o paganos.
En Pafos, se convierte al cristianismo el procónsul romano Sergio Pablo, en su séquito se hallaba el mago Elimas o Barjesús. Pablo y Bernabé, según las escrituras, predican la palabra y el procónsul con su familia quiere convertirse, pero el mago lo quiere impedir. Pablo llama al mago embustero, embaucador, empedernido, hijo del diablo y enemigo de todo lo bueno, y deja a Elimas ciego. En ese momento el procónsul cree. Después de esto toman un barco con el que abandonan la isla de Chipre.
Es aquí donde Saulo comienza a ser llamado por su nombre romano Pablo que significa "el más pequeño". Navegan hacia Perge, en la región de Panfilia. Juan Marcos regresa a Jerusalén. Pablo y Bernabé continúan por el sur de Galacia. Encuentran mala acogida por parte de los judíos, y deciden dirigirse a los paganos, por los sitios nombrados formaban comunidades y dejaban encargados para cuidarlas. A partir de estas fechas, a los discípulos, también se les empezó a llamar cristianos. Los nuevos cristianos llamados "no judíos" enviaban dinero a Jerusalén por medio de Pablo y del apóstol Bernabé.
Los cristianos procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos deberían aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al primer concilio, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre no imponer rituales judíos a los conversos gentiles.
En el segundo viaje misionero, Pablo se hace acompañar por Silas. Parten de Antioquia, por tierra, hacia Siria y Cilicia, llegando al sur de Galacia. En Listra, se les une Timoteo. Atraviesan las regiones de Frigia y Misia. Al parecer, se les une Lucas el Evangelista en Tróade. Decide ir a Europa, y en Macedonia funda la primera comunidad cristiana europea: la comunidad de Filipos. También en Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Se queda durante año y medio en Corinto, acogido por Aquila y Priscila, matrimonio judeo-cristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio. En invierno del año 51 escribe la primera carta a los tesalonicenses, el documento más antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente vuelve a Antioquía.
En primavera del año 54 inicia su tercer viaje misionero, estableciendo su centro de operaciones en Éfeso, capital de Asia Menor. Permanece allí unos tres años. Le llegan noticias de los conflictos surgidos en la comunidad de Corinto. Escribe la primera carta a los corintios en el año 54 y la segunda carta a los corintios a finales del 57. Atendiendo a los conflictos con los judeo-cristianos, escribe las cartas a los filipenses (año 57) y a los gálatas. Va a Corinto a finales del 57, donde pasa el invierno. Escribe la carta a los romanos, en la primavera del 58. Vuelve entonces a Jerusalén para entregar la colecta de las comunidades cristianas procedentes del paganismo, destinada a los pobres de las comunidades de Jerusalén.

Escritos

Se atribuyen a Pablo trece cartas o epístolas, llamadas comúnmente "las Epístolas paulinas", a saber: Primera a los Corintios, Segunda a los Corintios, A los Gálatas, A los Efesios, A los Filipenses, A los Colosenses, Primera a los Tesalonicenses, Segunda a los Tesalonicenses, Primera a Timoteo, Segunda a Timoteo, A Tito, A Filemón.
De estas 13 epístolas, existe consenso en que las 7 señaladas en negrita son auténticamente paulinas. Respecto a la Epístola a los Hebreos, los eruditos críticos (no cristianos) y la Iglesia Católica están de acuerdo en que no es de autoría paulina, lo que no es obstáculo para que tanto la Iglesia Católica como las Protestantes la consideren un texto válido y la incluyan en el canon bíblico.
Del resto, no existe acuerdo sobre si son de autoría paulina o han sido escritas por colaboradores o discípulos de Pablo. Según Antonio Piñero, en su libro "Guía para entender el Nuevo Testamento", una mayoría (que no unanimidad) de estudiosos cree que no son paulinas las epístolas a Timoteo y a Tito (las llamadas epístolas pastorales), mientras que sobre las epístolas a los Colosenses, Efesios y Segunda a los Tesalonicenses las opiniones están más divididas.
Muerte
Judíos procedentes de Antioquia lo acusan de violar la Ley e intentan matarlo en una reyerta. El tribuno romano impide que lo maten y lo encarcela. Es enviado a la provincia de Judea, donde el procurador Félix lo retiene durante dos años (del 58 al 60) a la espera de conseguir un rescate por su libertad. Porcio Festo sucede a Marco Antonio Félix como procurador de Judea. Pablo apela a su derecho, como ciudadano romano, a ser juzgado en Roma. Tras un accidentado viaje, llega a Roma en la primavera del año 61. Es liberado en el 63. Su carta a Filemón se supone escrita en este periodo de cautividad, entre el 58 y el 63. Había expresado sus deseos de llegar, lo cual posiblemente se cumplió en el año 63. Al parecer, después visitó las comunidades de Oriente. Volvió a ser apresado en Roma durante las persecuciones de Nerón. Fue sentenciado a muerte, por lo que fue decapitado hacia el año 67 en Roma. Por tener la ciudadanía romana, gozó del privilegio de la decapitación, ya que el suplicio de la cruz estaba destinado para quien no era romano. Según la tradición, la cabeza rodó por el suelo y lo golpeó tres veces, y de allí donde chocó, surgió una vía de agua.

Fue enterrado en la vía Ostiense de Roma. El 11 de diciembre de 2006 el Vaticano anunció el descubrimiento del sarcófago de San Pablo tras cuatro años de excavaciones arqueológicas bajo el altar mayor de la basílica que lleva su nombre.

SAN PEDRO

SAN PEDRO

Vida
San Pedro nace en Betsaida, c. 1 a. C. conocido también como Cefas o Simón Pedro; y cuyo nombre de nacimiento era Shimón bar Ioná, fue -de acuerdo con el Nuevo Testamento- un pescador, conocido por ser uno de los doce apóstoles, discípulos de Jesús de Nazaret.
Su nombre de nacimiento era Shimón (Simón) Bariona o Bar Jona (que quiere decir el hijo de Jonás o de Juan), pero recibió de Jesús el nombre de Pedro (del griego πετρos, 'piedra') al reconocer que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Pablo lo llamó en sus escritos כיפא, "Keyfas", el equivalente arameo de Pedro, aun cuando se piensa que predicaba en griego; Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón Pedro". Jesús no sólo reconoció en Pedro haber sido inspirado por Dios Padre, sino que también en determinado momento le llamó despectivamente como Satanás, por decirle Pedro preocupado a Jesús que de ninguna forma el debería ser crucificado (Mateo 16:22), básicamente por no poner su mirada o pensamientos en las cosas o designios de Dios, sino en la de los hombres; (ver Mateo 16:23). Jesús en señal de confianza le otorga las llaves del Reino de los cielos (Mateo 16:19) y delego de forma explícita, la labor de pastorear y apacentar a sus ovejas, le dijo "Apacienta mis ovejas"(Juan 21:15) y "Pastorea mis ovejas."(Juan 21:16). Simón Pedro negó conocer a Jesús tres veces antes de su muerte y a causa de ello lloró amargamente Mateo 26:75, posteriormente continuo con la misión que le encomendó el Señor.
No se conoce otro caso en la historia anterior a este donde una persona haya sido llamado explícitamente piedra, excepto de forma implícita a Abrahám simbolizando el origen de la Fé en Isaías 51:1-2.
Conocemos la vida de Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento más algunos documentos de Clemente Romano, Papa a finales del siglo I y que con bastante probabilidad le conoció, que tratan de los últimos años de su vida. De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; estaba o había estado casado, puesto que la curación de su suegra se recoge en los evangelios sinópticos (Mateo 8:14-17, Marcos 1:29-31, Lucas 4:38). Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido una hija.
Pedro fue incorporado al grupo de los apóstoles a principios del ministerio de Jesús en Galilea. Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras haberse contado ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús invitó a los dos hermanos a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.
Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la Biblia, fueron testigos de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:1). Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8:29) recibiendo de Jesús el apelativo de Pedro (piedra) sobre la cual edificaría su Iglesia (Mateo 16:13-20).
Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser seguidor de Jesús. En ese mismo episodio, Jesús le dijo "y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:32). En esta tarea encomendada por Jesús a Pedro de confirmar a sus hermanos, ha visto la Iglesia católica otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás Apóstoles. Aun cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27). Luego de la resurrección, según lo relata Juan 21:15-17, Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos. En este episodio también se basa la Iglesia católica para sustentar su creencia de que San Pedro fue el primer Papa.

Obra

Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había sido especialmente atendido por Jesús (en Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro), los testimonios no son siempre coherentes.
El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés (Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los Apóstoles (Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42).
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue “La Piedra” en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y “guardián de las llaves del reino de los cielos”.  Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas.
Es el primer apóstol en obrar un milagro público: tras invocar el nombre de Jesús cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hechos 3:1-10), en otra oportunidad resucita a una mujer (Hechos 9:36-43).
Se constituye en juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25).
Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús se extiende también a los gentiles.
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca del resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia católica una confirmación de su enseñanza de que él ejercía el primado sobre ellos.
La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el que bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe, el Centurión Cornelio y a su gente (Hechos 10:1-33). Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a Roma.
Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento. Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte <<de la iglesia situada en Babilonia>>. Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, <<pero creced en la gracia y sabiduría de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. A Él sea la gloria, ahora y por siempre.>>
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones (1Corintios 1:12).
Pablo habla de él destacando su lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia primitiva: "...como lo hacen los demás Apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas..." (1Corintios 9:5), "...Santiago, Cefas y Juan –considerados como columnas de la Iglesia–..." (Gálatas 2:9).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.

Muerte de Pedro

La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde habría sido obispo, y que allí murió martirizado en Roma el 29 de junio de 67, bajo el mandato de Nerón en el Circo Vaticano, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica vaticana.
Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado. Algunos retrasan la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia, en el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma".
Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.
Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Eufrates estaba en ruinas y el término "Babilonia" habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5).

No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.