ADULTEZ
· Que factores internos y externos afectan la capacidad del adulto
Factores Internos
Fortaleza: capacidad para manejar situaciones
físicas, emocionales y psíquicas.
Resistencia: potencialidad para llevar a cabo la
carga de trabajo físico emocional y cognitivo.
Respuesta a estímulos sensoriales: Capacidad y
recursos para conservar grados satisfactorios a las respuestas sensoriales.
Conocimiento: Capacidad de conceptualizar
aspectos relevantes de la vida diaria y uso de ideas y recuerdos para comprender,
aplicar y analizar.
Deseo: Motivación para participar en actividades
de la vida diaria y cuidados de la salud.
Valor: Fuerza para enfrentar el peligro.
Habilidad: Hace referencia a la capacidad
psicomotora.
Comunicación: Capacidad para hacerse comprender
por los demás.
Signos y síntomas de fortaleza funcional y
recursos internos adecuados para manejar la vida diaria.
Peligros de disminución de la capacidad
funcional: Pruebas diagnósticas invasivas, tratamientos, operaciones, o
situaciones de tipo afectivo o sociales como viudez, cambio de casa o de rol.
Signos y síntomas para manejar la vida diaria en
forma deficiente o inadecuada.
Datos sobre diagnósticos, tratamientos médicos,
pronósticos que puedan alterar el estado funcional.
Factores Externos:
Estructura de la planta física del hogar.
Comunicación, teléfonos, servicios, postas.
Recursos económicos
Vecindario: Tipos de vivienda, seguridad, servicio,
medios de transporte.
Estructura Social: Familia, amigos, agrupaciones
sociales o servicios.
Accesibilidad a servicio de salud o servicios sociales.
Transporte: Disponibilidad propia o públicas.
Hábitos, preferencias, fármacos.
Modificaciones de la vida diaria que van a afectar la
capacidad funcional; nuevas actividades impuestas por terapias que deben
incorporarse a la vida diaria: Dieta, reposo, prótesis, otros.
Signos y síntomas de incapacidad para realizar
actividades y necesidades generadas por deficiencia en la función.
Grado de aceptación a las modificaciones.
·
Características del desarrollo físico,
cognoscitivo y psicosocial.
Funcionamiento sensorial y psicomotor
Vista, oído, gusto y olfato. A medida que los cristalinos del ojo se
vuelven menos elásticos con la edad, su foco no se ajusta tan fácilmente; en
consecuencia, mucha gente desarrolla presbicia - hipermetropia asociada a la
vejez- y necesita anteojos para leer; seguramente usted ha notado que estas
personas, para leer, comienzan a estirar el brazo y luego lo contraen para
afocar mortalmente el objetivo; “¿te sobra vista o te falta brazo?”- suelen
decir sarcásticamente sus conocidos -. También se experimenta una leve pérdida
en la nitidez de la visión y necesitan cerca de un tercio más de luminosidad
para compensar la pérdida de luz que llega a la retina. La miopía, sin embargo,
tiende a nivelarse en estos años.
Hay también una pérdida gradual de la
audición, especialmente en lo que respecta a los sonidos en las frecuencias más
altas, esta condición es conocida como presbiacusia. Después de los 55 años, la
pérdida de la audición es mayor para los hombres que para las mujeres, la mayor
parte de la pérdida de la audición durante estos años no es percibida, puesto
que está limitada a los niveles de sonido que son poco importantes para el
comportamiento cotidiano.
La sensibilidad del sentido del gusto
empieza a disminuir alrededor de los 50 años, particularmente la habilidad de
discriminar “los matices más finos del gusto”, los alimentos que pueden ser muy
sabrosos a un joven pueden parecer insípidos a una persona de edad intermedia,
a menos que se le agreguen condimentos. La sensibilidad al olfato parece
sostenerse bien, es uno de los últimos sentidos que se disminuye.
La gente que lleva una vida sedentaria
pierde la tonicidad muscular y se vuelve aún menos inclinada a esforzarse
físicamente. La gente que hace el esfuerzo de conservarse activa durante la
edad adulta obtiene los beneficios de más fibra y elasticidad después de los 60
años.
Uno de los cambios fundamentales de la edad
intermedia - la disminución de las capacidades reproductoras- afecta a los
hombres y mujeres de manera diferente.
La capacidad de las mujeres para dar a luz hijos se termina durante este
período; los hombres, a pesar de que pueden continuar engendrando hijos, empiezan
a experimentar una disminución de la fertilidad y en algunos casos, de la
potencia.
Inteligencia y cognición
Mientras la inteligencia fluida (habilidad
de manejar nuevo material o situaciones) típicamente disminuye durante la edad
adulta, la inteligencia cristalizada (habilidad de solucionar problemas con
base en el procesamiento automático de información almacenada) a menudo se
incrementa durante la edad intermedia. Por ejemplo, las habilidades verbales
ascienden, especialmente entre la gente que utiliza sus capacidades
intelectuales regularmente, bien sea en el trabajo o a través de la lectura u
otro ejercicio mental.
Cambios de cognición en la edad adulta
Los adultos están usualmente más
preocupados en cómo utilizar el conocimiento para propósitos prácticos que en
adquirir conocimiento y habilidades para su propio bien, usan sus habilidades
intelectuales para solucionar problemas de la vida real asociados con la
familia, negocios o responsabilidades sociales.
Este desarrollo cognoscitivo de la edad intermedia se relaciona con la
creencia de Erikson (que se tratará más adelante) de que la gente de edad
intermedia se interesa en la labor de la generatividad -responsabilidad de
establecer y dirigir a la generación venidera -.
Características de los pensadores maduros
Piaget caracterizaba el uso de la lógica
formal como el nivel de pensamiento más alto en la persona, pero el pensamiento
maduro es más complejo y dirige una llamada de atención hacia otros
aspectos. Cuando la gente centra sus
energías intelectuales en solucionar problemas reales, aprende a aceptar la
contradicción, la imperfección y la concesión como parte de la vida
adulta.
El pensamiento maduro, contiene cierta
cantidad de subjetividad y confianza en la intuición, antes que en la lógica
pura - característica del pensamiento operacional formal -. Los pensadores
maduros tienden a personalizar su razonamiento, utilizando los frutos de su
experiencia cuando se les dirige una llamada para encargarse de las situaciones
ambiguas. De este modo, la experiencia contribuye a la habilidad superior de
los adultos maduros para solucionar problemas prácticos, la cual algunas veces
se llama “sabiduría”
Desarrollo psicosocial: (Erikson)
Crisis normativa: (entre los 30 y 50 años)
Generatividad vs Estancamiento la generatividad se refiere a la ayuda o fomento
de la siguiente generación. Las personas están ocupadas con las tareas de la
paternidad y también con la maduración o consolidación de sus profesiones. Sin
embargo, la persona también se enfrenta con la perspectiva del estancamiento:
estabilizarse, ir a ninguna parte, una existencia aburrida.
Radio de relaciones significativas:
Distribución del trabajo y compartición de la vivienda.
Modalidades psicosociales: hacer ser.
Cuidar de.
Éxito en su resolución: Productivo, fomenta
el crecimiento de la siguiente generación.
Fracaso en su resolución: Improductivo,
estancado, viejo antes de tiempo.
·
Estilo de vida del Adulto en nuestra realidad
social, cuales son sus características (físicas, cognitivas, socio-emocionales)
En el Perú en relación a la población
adulta mayor, los mayores niveles de pobreza se encuentran en el ámbito rural,
donde se ubican el 61.9% de los adultos mayores pobres, y el 86.7% de los
adultos mayores en pobreza extrema. Aunque en términos absolutos mayor
población adulta mayor se concentra en la zona urbana, donde se ubica el 70% de
la población general. Se evidencia que un mayor porcentaje de la población
adulto mayor es femenina (51.7%).
La formación y el desarrollo permanente del
potencial humano es precaria. Asociada a la situación de pobreza, encontramos
que el adulto mayor tiene una tasa de analfabetismo mayor al promedio nacional,
aunque la tendencia de dicha tasa es a disminuir, debemos indicar que la
mayoría de peruanos no cuenta con una educación de calidad. El promedio de años
de educación que tiene la población peruana en el año 2000 es de 7.7 años, lo
que significa que en promedio la población de seis a más años no alcanza ni
siquiera el segundo año de educación secundaria. En las áreas rurales este
promedio es 5.6 años, es decir, no llega a completar la educación primaria. En
una perspectiva de largo plazo, esta situación perjudicará el desarrollo de
capacidades y competitividad de las personas para su inserción económica y
laboral.
Bajos niveles de salud, baja calidad de
vida. la población está aún lejos de contar con “un sistema de salud preventivo
y curativo suficiente, eficiente, justo y digno de la persona humana”3. A pesar de ciertas mejoras
en mejoramiento de inversión para la salud infantil y de la mujer, que en
realidad recuperan los niveles de inicios de la década de los 80, los avances y
propuestas para la prevención y atención de enfermedades, principalmente crónico-degenerativas que afectan al adulto
mayor son incipientes, se mantiene una baja cobertura que corresponde a las
afiliados al sistema de Seguridad Social.
Las condiciones de salud del adulto mayor
expresa inequidad, carece de servicios en el primer y segundo nivel de
atención, con recursos humanos calificados, con políticas y programas preventivo-promocionales
para enfrentar los retos del envejecimiento.
Cabe indicar que en el Perú, se mantienen los servicios de
institucionalización4 a cargo de las Sociedades de Beneficencia Pública, cuya
situación en cuanto a demanda, calidad de servicios, impacto, capacidad de
gestión, sostenibilidad financiera, etc. es poco conocida.
La multiplicación de actividades económicas
informales agudizan la precariedad de las condiciones laborales y la exclusión
económica del adulto mayor, son el rostro del subempleo por la sobrevivencia
producto de la incapacidad del Estado y el capital nacional por promover
oportunidades reales de empleo digno y equidad económica.
En un contexto de debilidad institucional,
precariedad económica, y pérdida de valores, los pobres y en particular el
adulto mayor sufre exclusión, marginación,
baja autoestima y escasa participación social.
Muchos adultos mayores llegan a la edad de
la jubilación y se sienten todavía en plenitud para la realización de sus
trabajos. Frecuentemente nos encontramos con personas de edad avanzada que
están plenamente en forma, totalmente vigentes, lúcidas, llenas de iniciativas
y planes de trabajo.
A pesar de que ellos se ven así de bien, la
sociedad les dice por medio de la jubilación o de otras señales, que ya deben
dejar el puesto a gente más joven y nueva, y que deben retirarse. En una
palabra, es como si se les dijera: señor, señora, prescindimos de Ud.
En vista de esto, si a una persona que se
siente bien, saludable y con fuerzas, le decimos que ya no nos hace falta, es
muy probable que influyamos en el deterioro de su autoestima al hacerle ver que
el grupo puede prescindir de ella, que su pertenencia al "nosotros"
ya no es tan evidente. Es como decirle que el aprecio que sentíamos por él/ella
era sólo en cuanto que su aporte y presencia nos era útil, pero ahora las cosas
cambian: tu presencia no nos es necesaria porque ya no nos puedes aportar nada.
El adulto mayor saludable se siente desconcertado ante dos experiencias de
vector contrario: por un lado él se siente bien y con ganas de trabajar, pero
por otro lado la sociedad le dice que ya no lo necesita. Es un duro golpe para
su autoestima, pues como decíamos antes, una de las bases importantes para
alimentarla se encuentra en el sentimiento de pertenencia. ¿Cómo mantener dicho
sentimiento si se me están mandando mensajes de que se puede prescindir de mí?
Para poder vivir bien la vida es necesaria
no sólo la inteligencia cognitiva sino también (y sobre todo) la Inteligencia
emocional, aspecto de nuestra personalidad que tan olvidado habíamos tenido. La
autoestima corre pareja con el funcionamiento de la Inteligencia Emocional :
las personas con mejor y más adecuada expresión de sus sentimientos y emociones
son a la vez personas seguras de sí mismas, con mayor sentimiento de libertad y
autonomía, con mejores relaciones interpersonales, y por ello mismo con mejor
nivel de autoestima.
Pues bien, una de las primeras crisis de la
edad madura es a menudo una crisis de desgaste, desánimo y desilusión, por la
experiencia que vive el anciano al verse, de pronto, no aceptado. Y ello sin
razón objetiva alguna, puesto que él se siente todavía como ser vigente y capaz
de servir. Esta es una crisis que se ve agudizada por las pérdidas que va
viviendo el adulto mayor: pérdida del trabajo donde se sentía útil, pérdida de
los compañeros de labores más jóvenes a los que ya deja de frecuentar, y
pérdida de seres queridos y amigos que van muriendo
·
Compara los cambios esperados y los reales en el
Desarrollo del Adulto.
En sociedades tradicionales, el adulto
mayor tiene un rol importante como consejero, como una persona poseedora de la
experiencia.
En las sociedades modernas, cuya cultura evoluciona
rápidamente, esa experiencia ya no es considerada útil y rápidamente se
transforma en un viejo que añora el pasado. Por otra parte, en las sociedades
tradicionales el adulto mayor, es una valiosa excepción y en el mundo
occidental se diluye dentro de una población en rápido crecimiento. Sin
embargo, si tratamos de evaluar a las personas y no a las novedades técnicas y
científicas, la experiencia del adulto mayor sigue siendo válida.
Es importante que los equipos
multiprofesionales orienten sus esfuerzos en la búsqueda de diversas
estrategias para rescatar, ubicar y revalorar el potencial latente que existen
en los adultos mayores; otorgándoles una atención preferencial en los
diferentes sectores de la sociedad.
Ya en la mayoría de los lugares ha perdido vigor la
antigua familia extensa, la familia de la casa grande, casi patriarcal, en la
que compartían naturalmente abuelos, padres e hijos, y a veces tíos y primos.
Era casi obvio que las distintas generaciones compartieran vivienda,
alimentación, recreación y conversación. Abuelos y nietos se cruzaban en los
pasillos y habitaciones de la casa, y se transmitían de unos a otros
tradiciones, costumbres, inquietudes y problemas. El abuelo, el "adulto
mayor", era figura importante en esa transmisión de cultura, y él se
sentía importante; en la familia extensa había un sitio para él, y en ese sitio
cumplía un rol que era irreemplazable. En la sociedad actual no hay espacio
para ese tipo de familia; esta se ha reducido al núcleo mínimo de padres e
hijos (muy pocos). ¿Qué rol pueden desempeñar muchas personas mayores en un
lugar donde ya no se les da cabida?
El hombre o mujer actual, enfrentado a la
realidad del envejecimiento en medio de una sociedad con las características
que hemos enumerado en el apartado anterior, es probable que viva la etapa de
su jubilación y retiro como una situación de pérdida y minusvalía, como una
especie de marginación social. Es fácil que se sienta a sí mismo como alguien
que ya no cuenta mucho para los demás porque percibe que los demás no cuentan
con él. Y a nivel familiar, que es el lugar donde aún podría sentirse tomado en
cuenta, la nueva realidad de la familia nuclear permite que el abuelo vaya poco
a poco sintiendo o percibiendo que tampoco en ese ámbito su presencia sea tan
necesaria. No es raro, por lo tanto, que algunos (quizá muchos) ancianos sufran
la experiencia de vivir su autoestima en serio menoscabo.
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